martes, 29 de enero de 2013

Holocausto

De casi todos es sabido que en el año 2005 la Asamblea General de la ONU acordó dedicar el día 28 de enero a la Memoria del Holocausto y la Prevención de los Crímenes contra la Humanidad. La ciudad de Alcalá la Real quiso sumarse a ese día memorable que venciera al olvido.
El náufrago quiere ofrecer a sus lectores un intenso poema de Juan Gelman, periodista y poeta argentino de la “resistencia”, que fue Premio Cervantes en 2007.
¿Sabían que su hijo Marcelo fue asesinado de un tiro en la nuca y su cadáver fue encontrado dentro de un tambor de grasa lleno de cemento? ¿Y que su hija Nora y su nuera, embarazada de 7 meses, desaparecieron, al igual que su nieta recién nacida, hasta que apareció a los 23 años? ¿O que su oposición despiadada al régimen totalitario de los militares argentinos le llevó al destierro? El náufrago no va a seguir con esta biografía, porque se le ponen los pelos de punta.

Los “patriotas” y criminales argentinos, amparados por amnistías y perdones inconfesables comenzaron una campaña de “reconciliación”, ya saben, olvidar, cuenta nueva, no levantar heridas … ¿les suena?, todo ese programa de la desmemoria histórica que, aquí en las Españas, también tiene su eco y su soldada. 
Entonces Juan Gelman contesta con un poema desgarrador, partiendo de la idea central de que “el alegato contra el olvido no es la memoria, sino la verdad”.
En esta hora, cuando Alcalá dedica un Día al Holocausto, el náufrago quiere que la Goleta se sume a ese espacio interior del alma en donde el silencio grita un elocuente mensaje que jamás será entendido por los dictadores. Lean el poema de Gelman y dediquen dos minutos de meditación y angustia.

“Dicen que no hay que remover el pasado,
que no hay que tener ojos en la nuca,
que hay que mirar hacia delante
y no encarnizarse en reabrir viejas heridas.
Están perfectamente equivocados:
las heridas no se reabrirán
porque aún no están cerradas,
laten en el subsuelo de la sociedad
como un cáncer sin sosiego.
Su único tratamiento es la verdad,
y luego la justicia.
Sólo así es posible el olvido verdadero.”
                                                  (En el discurso de entrega Premio Cervantes, 2007)

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