sábado, 12 de enero de 2013

Existencial

Siempre tuvo el náufrago una especial afición por la teoría sobre la trascendencia, esa que nos pregunta por Dios, el alma, la muerte y el más allá. Esta preocupación existencial le ha valido, a veces, descalificaciones de todo tipo, sobre todo de aquellos teólogos de panza y bragueta y algún que otro cristiano auténtico, ya sabe, de esos de misa, padrenuestro y gorro de penitente.
Pero eso no impide que, de vez en cuando, el náufrago eche a volar su pensamiento por esos mundos de Dios, nunca mejor dicho. Hace poco ofreció una versión agnóstica de la Navidad a través de un villancico (19-12-12) que tuvo más aplausos de los previstos. Es cierto que vivimos tiempos en los que el pensamiento débil reina en tertulias, ágoras y pupitres. No, no es por la crisis y el primum vivere, eso viene de mucho antes. Pero, ya digo, al náufrago le gusta actualizar su cede-rum y -por ello- lee, escribe y piensa. Una buena manera de conservar la frescura y agilidad intelectual, pues la Goleta es sitio de sosiego y narcisismo.
Y en éstas que le cae un libro de Spinoza, un filósofo humanista del XVII, para el que Dios y la Naturaleza son una misma cosa (panteísmo). Pese a la tolerancia religiosa calvinista, no se libró de la excomunión. Como otro Galileo, “sí … pero se mueve”. El libro que el náufrago leyó fue el Tratado teológico y político, que ya hace falta tener ganas de leer. Pero lo mejor es que oigamos al propio Spinoza:
“Deja de rezar y de darte golpes de pecho. Lo que quiero que hagas es que salgas al mundo. Quiero que goces, que cantes, que trabajes y que disfrutes de todo lo que he hecho para ti. Mi casa no son esos templos lúgubres, oscuros y fríos que construyeron  los hombres. Mi casa está en las montañas y en los ríos; ahí es donde vivo y ahí es donde expreso mi amor por ti. Deja ya de leer tantos libros sagrados que nada tienen que ver conmigo. Léeme en el amanecer, en un paisaje, en la mirada de tus amigos o en los ojos de tu hijo. Deja de tener tanto miedo. Yo no te juzgo, ni te critico, ni me enojo, ni te pienso castigar. Yo te amo. Te engañan los que ponen en mis labios la represión de la sexualidad como si fuera algo malo. El sexo es un regalo que te he dado para que puedas expresar el amor, el éxtasis, la ternura y la alegría. No me culpes a mí por lo que te han hecho creer otros. Te llené de pasiones, de placeres, de sentimientos, de necesidades, de incoherencias…  Yo te di todo lo bueno y todo lo malo que tienes y que hay en ti. ¿Cómo voy a culparte si respondes con la naturaleza que puse en ti? ¿Cómo voy a castigarte por ser como eres si fui yo quien te hizo así? Ama y respeta a tus semejantes y no hagas lo que no quieras que te hagan a ti. Hijo mío, esta vida no es una prueba, ni un escalón, ni un ensayo, ni un paso para el camino hacia el paraíso. Esta vida es lo único que tienes aquí y ahora, y lo que yo quiero es que la vivas. Te he hecho absolutamente libre para eso… No me busques fuera porque no me encontrarás. Búscame dentro de ti, ahí estoy, latiendo en ti. Deja de alabarme. Me aburre tanto rezo y estoy harto de tantos agradecimientos y tantos rituales. La vida está ahí con todas sus maravillas. ¿Para qué más milagros y más explicaciones? […]
El texto sigue y sigue -fresco, certero, punzante- … El náufrago no sabe más qué decir.

1 comentario:

  1. panteismo, Dios es amor, misericordia, latencia en los seres humanos....

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