martes, 8 de enero de 2013

Paköma móvil

Nadie piense que se trata de una nueva escena de Tu Santidad Benedicto XVI, besando alguna tierra virgen de un territorio malgache; no. Aquella iconografía del Papamóvil quedó ya definitivamente archivada en los meandros de la historia sagrada. Ahora se trata de algo mucho más tecnológico y futurista, según noticias que llegan a la Goleta.
            Era un día brillante de sol y de nostalgias. Los Reyes Magos de Oriente acababan de dejar su tibio hospedaje alcalaíno y la Mota emergía con su cara nueva una vez que la niebla del día despidió sus grises. La luz inundaba un Ferial cansino y adormilado cuando la marcha solidaria del socialismo alcalaíno inició su andadura -lenta y gozosa- por el ocre pardo del carril bici. 8 kilómetros, le dijeron al náufrago, que también participó en la efeméride, aunque disfrazado de Kubalita.
Ocurrió que, después de la jornada caminera, algún deportista de cuerpo entero dijo: ¿y si nos tomamos una “rubia y fresquita cervecita” para reponer líquidos? Y allí fueron, al Barrio, a comentar algunos episodios de la marcha. Fue entonces cuando tuvo lugar uno de los acontecimientos que -por méritos propios- entrará a formar parte de la intrahisoria alcalaína de este recién estrenado 2013: Paco Martín con el WhatsApp (léase Guasaaa).
                                            
Cuando se lo dijeron al náufrago, éste resbaló y cayó desde el faro de Rocadura a las gélidas aguas del mar de los fenicios. Sólo su cuerpo atlético y su reconocida pericia “natatoria”  impidieron el fatal accidente.
 ¡Helo ahí, épico y lúdico!, re-escribiendo algún hexámetro de las geórgicas virgilianas o archivando el margen de su última uva. Todos pendientes de él, como de un Rajoy anunciando el final de la crisis. Paköma miraba al móvil con la desorbitada atención de unos ojos saltones que, como brótolas, se adentraban en el misterioso vientre del teléfono y, a pesar de que sus dedos son gordos y tiesos (como pollas de novio), era capaz de sujetarlo con una dulzura dactilar de terciopelo, como si acariciara la piel de una virgen adolescente. Ágil y urgente, adivinaba los distintos “menuses” de la máquina y viajaba por ellos con la facilidad y eficacia de un peritus in modo operis faciendi. ¡Qué suavidad en cada tecla, cuánta musicalidad en su pausado ritmo, con qué exactitud archivaba los contactos y cómo explicar esa soltura digital tan sorprendente! Jamás se vio una conjunción tan perfecta entre su habilidad manual y tanta dosis de ternura.
Así -de pronto- la tecnología punta había poseído el cuerpo de Paköma con la pasión lúbrica y el deseo incontenido de una noche de bodas. Ya no llevaría más la destartalada bolsa de plástico rellena de periódicos. Todo en un click de un Samsung de último grito, modo ancre y tipo pilsen lleno de guiños arabescos. Al náufrago se le caía la baba y Alolive, eufórico ante la escena, no cesaba de repetir: ¡Presidente!, ¡presidente!  Avisados quedan los cofrades, los archiveros, los parroquiales, los convecinos … Paköma y su móvil, desde el territorio del TipiTapa, puede terminar con la crisis.
Quede ya para las crónicas futuras este pequeño relato que, junto al del traje marrón del náufrago, no sólo representan la frontera entre el 2012 y 2013 sino que -probablemente- marquen un antes y un después en la breve cronología de este blog. Para los que tuvimos la suerte de presenciar esta escena -los elegidos- ya nada podrá ser igual.
-         !Paköma!, estás tan ensimismado que te has dejado hasta la tapa (y eso que era de jamón), le dijo el tío Gafotas desde su ultratumba.

 

2 comentarios:

  1. muchas gracjia s de pacoMa a l Náufrag o

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  2. A la versión 1ª, he añadido en el cuerpo central un párrafo que completa la situación teatral. Y he adjudicado la cita final.

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