miércoles, 2 de octubre de 2013

La fiesta "nasioná"

No. No le gustan los toros al náufrago. Las corridas, quiere decir. Vamos a ver si nos aclaramos, las corridas de toros, porque las dos palabras por separado, sí. Al náufrago le gustan los toros y las corridas, pero no las corridas de toros. Exceptuando el caballo, no hay animal más bello que el toro. Sin menospreciar el “coite”, no le va a la zaga el regusto por una buena corrida. Pero las corridas de toros, no. A la belleza indomable del toro se le une su bruta masculinidad, su fiero trapío y su escultural estampa, su potencia seminal y su erótica embestida, su imagen de nobleza y su fuerza totémica, tribal y telúrica, que lo hace un animal-icono de la bravura del paisaje en la dehesa. El caballo es elegancia y figura, trote musical y festivo en el paisanaje, caricia leve y presumida silueta, compás y ritmo de baile y de estilo, alazana imagen de femenina hembra. Claro que hay muchos defensores del “arte” (sic) de la tauromaquia: pintores, músicos, poetas, etc. ¿Y qué? Las luchas entre fieras y gladiadores eran seguidas en los circos romanos llenos de gente. Claro que mueve mucho dinero. ¿Y qué? ¿Acaso el fin justifica los medios? Claro que es un reclamo turístico. ¿Y qué? ¿Promocionamos también el turismo de alto puterío porque es otro reclamo? Dicen los “taurómacos” (¿taurinólogos?) que en las corridas de toros hay belleza. ¿Y en la guillotina no hay? Hacer de la crueldad un motivo estético es un argumento degradante para la condición de esa especie animal que llaman “humano”. Nunca la muerte puede ser bella, y la muerte violenta y con saña, menos. Este pensamiento está escrito en el faro de Rocadura, allá donde la luz ilumina las tinieblas. Y ese costumbrismo de peineta y caracolillo (Marca España) del toro enamorado de la luna que abandona por la noche la “maná”, y que convierte sus patas en abanicos de colores, nunca será aceptado por el náufrago. En la Goleta nunca tendrán aplauso ni las corridas de toros como arte ni el boxeo como deporte. Quede escrito hoy, cuando el Congreso de los Diputados declarará la llamada “fiesta nacional” como bien patrimonial y cultural de este país. Ha vuelto la España de pandereta, ahora, cuando recuperamos la economía y la intolerancia de los 50. En la víspera de san Cándido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario