sábado, 29 de diciembre de 2012

Escena del Añoviejo

[Acotación escénica: La Goleta entre un mar de manzanas agridulces. Desde el faro de Rocadura se ve la sombra del tío Gafotas. Está jugando con una legión de murciélagos. Suena el Happy New Year, mientras el náufrago se pone su traje marrón ibicenco. Es el año 1981, pero da lo mismo. Enfundado en el légamo, el náufrago se dispone a hacer un brindis para sus lectores. Coge un folio de hoja de sicomoro y remoja la tinta china para escribir a modo de papiro el mensaje pregonero. Valle-Inclán se asoma por el ventanuco que da al mar de los fenicios. Es la hora del rosicler. Fin de la acotación].

Otro año de más y de menos, otro año esperando el cantar quiquiriquero de los gallos, otro año adolesciendo con el penúltimo villancico de la zambomba rota. Va a comenzar la bacanal de las doce campana­das y las uvas y el champán anuncian su inmediato griterío. En todos los pueblos habrá una puerta del sol preparada para el obituario y un tufillo funerario impregnará todos los rincones del mapa patrio. Sólo la Rosita lorquiana deshojará su último perfume.
El náufrago deshila su lenguaje y se esconde en la nana del pesebre, mientras otra nana -ahora de la golondrina- se repite cada año como una cantiga vieja. La ruta mágica del almanaque 2012 toca a su fin, mientras  un camino de plomo serpentea el corazón viejo de Europa
Otros ya se fueron y tampoco volverán más cantan a coro las fusas y semifusas. Y todos rien en la noche trein­tiuna. Después vendrán los Magos y besarán cada trenza y cada bu­cle en la larga noche del insomnio, menos a aquellos que no tienen ni trenzas ni bucles, sólo estómagos pan­zones desnutridos.
¿Qué siglas nos vendrán con la mala suerte del 2013? ¿Un 25-E, un 4-J o acaso un 17-D? ... Todo son siglas y guarismos, letras de nú­meros, claves, inventarios.



Se abre una nueva monotonía de las estaciones, un repique repetido de los meses y los días, renovando los problemas viejos. Nuestro horóscopo nacional anda mal de fortuna, peor de dinero, convaleciente... ¿y de amor? ¿Cómo andará la máquina cordial? ¿En sístole o en diástole? Es la noria del tiempo lo que celebramos.
El náufrago piensa en otro año invisible, otro teorema, otro es­pacio vital que se resbala, otra noticia falsa, otra es­peranza de arreglo, otro miste­rio, otra soledad nueva. Y por eso invita a entonar un brin­dis en esta escena del Añoviejo, desde el páramo yer­mo hasta la huerta; desde la alta meseta a la llanura plana; desde el risco de piedra hasta la arena de agua.

Cuando al alba de hoy sea todo cielo y las copas deshilen serpentinas,
cuando el último beso se desgrane en el cántaro virgen de otro beso,
cuando el árbol de luz se haga ceniza y la nana destripe bayonetas,
cuando el negro reloj -caoba y timbre­- se adelgace en nosotros y se humanice,
cuando el trigo de uvas y las cerezas, alimenten los ojos de los vientres,
cuando sea cicatriz la herida indiana y la rosa sea flor en cada vena,
cuando el fiel agriduz de la balanza, equilibre la ley y las raíces...
cuando fragua y champán se den la mano, sonarán las cantigas de Año Nuevo.
                                                                Mientras tanto, ni uvas ni champán.

Esto soñó el náufrago, esto es lo que quiere, esto es lo que escribe y esto es lo que quiere decir con su
¡Feliz Año! Sólo un niño está sobre los libros.
 

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