martes, 16 de julio de 2013

Primarias andaluzas

Llegó al faro de Rocadura el calendario y el procedimiento para la celebración de las primarias en el socialismo andaluz…si es que llegan a celebrarse ya que, como se sabe, los distintos aspirantes tendrán que conseguir 6700 avales, que no son moco de pavo. De lo contrario, la candidata “oficial” (Susana Díaz) será ratificada -ipso facto- como única, legítima y plenipotenciaria nueva jefa, sin más requisitos.
El náufrago piensa que sería bueno que hubiera más de un candidato porque, si no, ¿dónde está el proceso democratizador y las distintas opciones para poder elegir? Predicar que cualquier socialista puede ser aspirante está bien, pero luego habrá que poner los medios para que eso sea posible … Vamos a ver si el razonamiento del náufrago es lógico o no:
- ¿Queremos primarias, sí o no? … Se supone que sí.
- Entonces habrá que favorecer que haya más de un aspirante, no?, ya que si no, no las habrá.
-La exigencia de muchos avales dificulta el proceso, no? Y si, además, descalificas de entrada a 
  unos en beneficio de otros, ¿qué es lo que pasa?
-¿Se podría decir que en estas condiciones hay un proceso limpio, libre y democrático en fondo y 
   forma? Evidentemente, no.
-Lo mejor hubiera sido eliminar la condición necesaria de los avales o, al  menos, exigir un número
  reducido para que fuera fácil poder presentarse. Pero no está siendo así.

La condición de los avales la ve bien el náufrago para impedir que los candidatos se multipliquen por (n) elevado a (n); pero si se trata de 3 ó 4, lo lógico sería dejarlos y, desde luego, no ponerles demasiadas trabas. Se trata simplemente de tener derecho a ser “candidatible”, si se permite la palabreja. Y para ello debería bastar el deseo del aspirante. Luego, convocadas las primarias, sería el tiempo de hacer campaña a favor de uno u otro. Todo lo que no fuera así pecaría de una dosis de perversión más o menos llamativa.
Se hacía el náufrago estas preguntas retóricas cuando, como queda ya dicho, le llegó al faro de Rocadura la cita de la asamblea. Y se dio cuenta de que su teoría no se veía reflejada en ella. Una pequeña (o grande) trampilla (o trampaca) había convertido la cita informativa-instructiva en precampaña electoral, cuando lo razonable sería procurar que jugaran todos los que quisieran sin tener que romper la baraja. .
Era evidente que se había “desatinado” la finalidad de la asamblea. Se prefirió a uno o a otro dando razones que no venían al caso en-ese-momento. No se trataba de elegir el candidato sino de aceptar a los aspirantes. ¿Acaso los otros dos no servían ni siquiera para aspirantes? Espere usted que lleguen las primarias y entonces dice esto o lo otro de cada cual, vale. ¿Pero ya, a qué tanta prisa? A este paso puede que no haya ni primarias, ya que si todos los avales van para la misma persona, aquí paz y después gloria. Así que tiempo habrá … si es que llega.
Por eso habló el náufrago. Para decir que lo lógico era dar el aval a los que tienen menos para permitirles que participen. ¿Quiere usted ser aspirante? Pues muy bien, adelante. Déjelo usted entrar, hombre, y ya se verá el respaldo que tiene.
Y un paréntesis: hablar de neutralidad y -acto seguido- valorar a unos y a otros está feo, pero que muy feo.  Que los aspirantes tengan dificultades para conseguir los avales necesarios, ¿es eso lo que queremos? Pues entonces no habrá primarias.
Así que el 29 de julio lo mismo no hay ni que votar y todo se queda en pollillas en vinagre.


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