miércoles, 3 de julio de 2013

El perejil

Le mandan al náufrago algo parecido a un folleto o similar ilustrado con el imperativo de ¡Limpia tus riñones! Un texto email-escrito que nos avisa de que “nuestros riñones son los filtradores de la sangre, que se pasan todo el día quitando la sal, el veneno y cualquier otra sustancia dañina que intente entrar en nuestro cuerpo, por lo que -con el tiempo- necesitan un tratamiento de limpieza”, o sea, un lavado renal.
Y acto seguido nos regala una sencilla receta:
“Primero tome un puñado de perejil y lávelo muy bien, después córtelo en pedazos pequeños y póngalo en una olla y agregue un litro de agua limpia; hiérvalo durante diez minutos, déjelo enfriar, cuélelo en una botella limpia y póngalo en el refrigerador”. El uso de esta palabra nos orienta a un texto sudamericano, ya que en la Goleta se dice “frigorífico”.

El náufrago no conocía las afamadas y nutritivas virtudes perejiles, tales como potente antioxidante que rejuvenece la piel, diurético como el que más, útil contra las úlceras, recomendado para fiebres y neuralgias, ideal para fortalecer el cabello y las uñas, dietético acojonante para prevenir la hipertensión y la osteoporosis, fiel aliado para combatir la anemia y el cansancio y de especial indicación para la menopausia (se sobreentiende que también debe incluirse la pitopausia).
Su riqueza en betacaroteno, clorofila, vitamina C y minerales (calcio, fósforo, hierro y azufre) lo hacen instrumento infalible contra el mal aliento y la acumulación de grasas y toxinas … Hasta puede ser un buen remedio para cánceres, problemas cardíacos, cataratas e infecciones… ¡Cojones con el perejil!

Lo que le extraña al náufrago es que no regule la eyaculación precoz ni endurezca el llamado por los puritanos del lenguaje “miembro viril”. 

Al náufrago siempre le gustaron esos puestos aromáticos en donde lo mismo venden hierbas que sirven para cagar duro que para descagar, por ejemplo. Uno de esos puestos está frente al faro de Rocadura, a la otra orilla, y desde allí -dominando la Goleta- puede verse todas las mañanas al tío Gafotas acompañado de sus murciélagos. Debe tener serios problemas de salud, porque compra el perejil por arrobas. ¿Os imagináis una arroba de perejil?
Tome un vaso diariamente y verá que todo el veneno acumulado empieza a salir de su riñón al orinar, así que no te lo quedes, ¡!!compártelo!!!, sigue diciendo el folleto.
¿Eliminará el perejil también la mala-leche? ¿Y la gilipollez juvenil, el coñazo académico, la malafollá a espuertas, el babeo político, la verborrea gritona y el aplauso chaquetero? ¿Eliminará todo esto el perejil?
            En estas cosas tan serias pensaba, mientras se comía los ricos espárragos de la baja ribera, aliñados dorotescamente para el “polvorilla”, siguiendo el modelo del Charilla ´s cookin way.
P.D. Cuando el náufrago escribe esta página -tres de julio- le llega el recuerdo de que -en un día como hoy-  en la ruta del viento acariciado por los mares, nació una sirena. Fue entonces cuando se comió una rosa… porque a él no le gusta el perejil.

  



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