En el aforismo 342 de la Gaya Ciencia , Niezstche nos dice esto:
. Cuando Zaratustra cumplió treinta años se alejó de su patria y del lago Urmi y se fue al monte. Allí gozó de su espíritu y de su soledad, sin cansarse, por espacio de diez años. Mas al cabo su corazón se transformó, y una mañana, levantándose con la aurora, avanzó hacia el sol y le habló en estos términos: «¡Oh, gran astro! ¿Qué sería de tu dicha si no fuera por aquella a quien iluminas?
Hace diez años que vienes aquí, hasta mi caverna; sin mí, sin mi águila y mi serpiente, te habrías cansado ya de tu luz y del camino; nosotros recibimos tus sobres y te bendecimos. ¡Mira! Estoy hastiado de mi sabiduría, como la abeja que ha labrado mucha miel; necesito ver manos extendidas. Quisiera dar y distribuir hasta que los sabios de entre los hombres volvieran a sentirse alegres con su locura y los pobres felices con su riqueza. Para ello es menester que desciendas a las profundidades, como haces por la tarde, cuando te hundes en los mares a llevar tu claridad debajo del mundo! ¡Oh astro desbordante de riqueza! Tengo que desaparecer como tú, tengo que ponerme. Bendice, pues, ojo sereno, que puedes contemplar sin envidia hasta una felicidad demasiado grande, bendice la copa que quiere derramarse, y que el agua dorada que se vierta lleve a todas partes el reflejo de tu alegría. ¡Mira, esta copa quiere vaciarse de nuevo! Zaratustra quiere volver a ser hombre.»
¡Así empezó el ocaso de Zaratustra!
Fue cuando el náufrago escribió el poema La noche
No hay comentarios:
Publicar un comentario