sábado, 23 de febrero de 2013

23 - F

Quiere el náufrago dedicarle esta página a todos los menores de 40 años, bien porque aún no habían nacido, bien porque tenían entonces tan sólo 6-8 años y no deben acordarse de ello.
Para que se enteren de una vez que hace 32 años hubo en España un intento fallido de golpe de Estado tal día como hoy. Un golpe de Estado protagonizado por militares asaltando el Congreso de los Diputados, mientras se asistía a un acto democrático tan relevante como era la investidura de un Presidente de Gobierno. Para que sepan que España pudo volver a las andadas de la guerra y de la dictadura, defendida siempre por esos chulescos matones que hacen de la Patria un cortijo para acomodo de los caciques.
Los jóvenes actuales deben saber que esta libertad que ahora disfrutan no existió siempre, sino que fue una lucha de sus abuelos contra todo el viento y la marea de aquella extrema derecha formada por capitanes generales, obispos del nacionalcatolicismo, grandes empresarios y banqueros de la escopeta nacional, falangistas del imperio y terratenientes de cortijo y casino.  Esa extrema derecha, la patriótica, la apostólica y romana, estuvo a punto de echar por tierra todos los intentos de modernizar España y ponerla a la altura de la civilización europea.
El náufrago quiere recordárselo a los jóvenes españoles para que se les quiten las ganas de añorar aquellos tiempos malditos o de reclamar nuevos salvadores mesiánicos.


La imagen de la toma del Congreso, pistolas en mano, y los gritos desvergonzados de cuatro patateros forman ya parte de la historia de la indignidad. Ver cómo un cabo furriel zarandeaba a un teniente general indica a las claras el concepto de disciplina militar de los golpistas. Y que no era broma. Los tiros están como huella patrimonial en los rincones del Congreso y los tanques de Valencia diseñaron una macabra película en donde la realidad superaba todo tipo de ficción.
El náufrago quiere recordarles a los jóvenes todo esto en este día. Para que lo sepan y no se hagan los remolones. Para que aprendan lo que costó que ellos tengan ahora lo que tienen. Para que no olviden que la democracia siempre será mejor que la tiranía. Para que ellos mismos se apresten -¡de una puta vez!- al compromiso político y social de esta sociedad que necesita de ellos. Para que den un paso al frente y -con ellos- comience la regeneración de la vida política.

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