sábado, 27 de octubre de 2012

TETE

Llueve intensamente sobre la Goleta. El mar amenaza tragarse la leve luz de Rocadura y la oscuridad se hace cada vez más indigesta y envolvente. Todo es negro vacío en el horizonte, como si el infierno hubiera aparecido en este valle de lágrimas.
En la clásica botella marina, al náufrago le llega la pequeña historia de Tete, un muchacho granadino que tuvo que emigrar a Londres, como tantos y tantos jóvenes españoles. El náufrago recuerda aquellas emigraciones de los años 60. Ahora la imagen ha cambiado. Aquel hombre demacrado por el hambre, de boina en caspa y acartonada maleta, ha dado paso a un joven atlético, estudioso y estudiado, con ojos de ascua y lumbre en la cintura.
Tete representa a toda una juventud perdida y, a la vez, la más grave denuncia de una sociedad enferma. Estamos en el 50% de jóvenes en paro, cada uno con su diploma a cuestas, con su esperanza herida, con su mudo cantar desorbitado, con su mañana viejo. Y, al mismo tiempo, con nuestra podrida burguesía, con nuestro pecado irredento, con nuestra moral por los suelos.
Asistimos a la gran tragedia de la crisis: miles y miles de Tetes andurrean por el mundo, soportando la indignidad de los políticos, de los empresarios, de los banqueros … de toda esa sociedad pudiente que –insensible e insolidaria- manda a la juventud española a la deriva por el solo pecado de su partida de nacimiento.
Tete tiene 26 años. Trabajaba a destajo, cobraba poco y tenía que estar agradecido al patrón. Hasta que -como tantos y tantos- se quedó en la calle de la noche a la mañana. Paro, paro … y paro. Y se lio la manta a la cabeza y allí está, en Londres. Probablemente no vuelva.
El náufrago cree que algún día pagaremos este enorme disparate.
Mientras tanto la vida se malvive en esta España de sinvergüenzas. El PSOE lo hizo mal, muy mal; pero el PP lo está haciendo peor, aunque esto no nos sirva de remedio … Y la Iglesia episcopal calla. Desde que se desentendió de la Iglesia de los pobres, éstos no son de su mundo, y nada tiene que decir. Pero el náufrago cree que los Tetes terminarán transformando esta sociedad nuestra –ramplona y charanguera- en una sociedad verdaderamente humana. Ese será su sacrificio y su gloria.

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