miércoles, 31 de octubre de 2012

Jálogüin

Por si hubiera ya pocas fiestas de ultratumba, nos llega importada de los yanquis la del jalogüin (Halloween). Es difícil encontrar alguna gilipollez más grande en el mapa festivo de las Españas. Se fue colando … y colando … y colando, como el masticar del chicle o el lameteo de la salchicha con ketchup, esas costumbres USA tan originales y tan productivas. Sorprende que los tradicionalistas hispanos, tan amantes de conservar la silla verde del atrio románico  tal como estaba, hayan abrazado el jalogüin que -dentro de poco- habrá sustituido a nuestra rica y literaria fiesta de los difuntos, o sea, el día de lo muertos. La hispana y donjuanesca figura del tenorio eliminada por el chascarrillo del vacío de ultratumba.
Porque dedicar a nuestros muertos esa flor roja de la vida, aquella oración íntima de la pena o el beso presentido del deseo nada tiene que ver con esta absurda fiesta de las brujas, fantasmas y caretas. Y aquí están, dando por culo los niños, jugando a los monstruitos. No, no hay en el calendario festivo fiesta más absurda que el “jalogüin”, dicho sea al menos en español.
Disfraces de terror, maquillajes catatónicos, calaveras de calabaza, fantasmones de arropía, ánimas malditas … componen esta bisuteria en otro tiempo purificadora. !Mandan "güevos"!



El náufrago piensa que tanto hechizo y tanto brujerío en esta época de crisis de dineros, de santicos y de valores es un paso más en la “gilipollización” del pueblo. Con dejarle la noche suelta a Mario Conde, Rodrigo Rato o el catalán Millet ya tendríamos hecho el jalogüin sin necesidad de vampiros.
Desde el faro de Rocadura contempla cada día el escenario siempre vivo de la Goleta, un mundo jalogüiniano que se refleja en las aguas fenicias del marenostrum, cuando la noche oscura le invita a sortear insomnios, miedos y acojones. Siempre es jalogüin en las noches del náufrago.
Y es en esta fecha cuando los muertos vuelven a estar entre los vivos. ¡Lo que faltaba! El náufrago sabe que todo esto viene por la celebración de la noche de todos los santos (Al hallows eve). Una liturgia de calabazas, búhos, sapos y vampiros barrenan los poderes de las tinieblas y ejercen de amuletos de la buena suerte. Todos somos dráculas. Los yanquis exportan también el ya familiar en estos lares “trick or treat” ( truco o trato ), especie de premio al disfraz más horroroso. Algunos lo ganarían yendo al natural, sin necesidad de vestuario. También hay gatos, que simbolizan a los diablos. El náufrago creía que era por lo de las siete vidas, pero no.
Jalogüin, pues, es la fiesta de los bufones sin gracia, de las máscaras sin careta, de las bolas de cristal sin profecías. Es la nada absoluta, ya quedó dicho, la gilipollez total. ¡A celebrarlo, pues, como gilipollas!!Que no nos gane nadie!

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