lunes, 9 de septiembre de 2013

Utopía y sueños

Estuvo el náufrago alejado de prensas, políticas y rumorologías. No sólo física sino mentalmente. El distanciamiento entre sujeto y objeto es premisa necesaria para el descanso. Entre charadas y crónicas de Goleta Beach se fue diluyendo el tiempo del estío. Y el primer día que aterrizó, de sopetón, se encontró un titular de prensa que decía: “La utopía para mantener los sueños”. Lo leyó varias veces, pues creía que le habían hecho una entrevista sin saberlo, ya que ese titular era de él. Pero no, por lo visto lo dijo Susana Díaz, la recién estrenada Presidenta de la Junta de Andalucía. ¿Se lo habría copiado? Sin duda que no, doña Susana y el náufrago no se conocen y -por supuesto- ella no lo habrá leído nunca, así que no puede hablarse de plagio, más bien de coincidencia. Y se alegró el náufrago. Han sido muchas las veces que el náufrago ha pedido la palabra para hablar del socialismo del futuro, del nuevo tiempo, de la militancia, etc. En todos esos escritos aparecía la utopía como reclamo del socialismo. La hemeroteca de Alcalá Información servirá de testigo y de documento. Por ello el náufrago siempre se declaró un socialista utópico. Incluso el ensayo sobre Cultura y Universidad lleva un subtítulo con el nombre de Socialismo utópico y cultura. ¿Qué dirán ahora aquellos que, cuando oían al náufrago hablar de la utopía, se sonreían indiferentes como diciendo: “ya está otra vez éste con lo de la utopía y los sueños”?. Y es que la gran ventaja de la escritura es la permanencia de los mensajes, que garantiza que lo que se dice se dice y sigue siendo lo que se dice. Esa es la autoridad moral del que -.equivocado o no- habla lo que siente y siente lo que habla. Doña Susana Díaz, que promete un nuevo tiempo,(¿cuántos tiempos nuevos van?) ha echado mano de la utopía y de los sueños. Lo mismito que el náufrago, sólo que él lo dije antes, mucho antes. ¿Se volverán ahora todos los socialistas andaluces utópicos? Va a resultar, después de tantos tumbos y retumbos, que van a estar al día los que siempre estuvieron fuera de tiempo. Y el náufrago da por descontado que los que siempre estuvieron al día tendrán que ponerse a tiempo. Porque hay socialistas que están siempre “actualizándose”, según cómo y para qué. Ese continuo reciclaje debería ser un bochorno, pero no, se nos vende como “renovación”. Que el jefe dice blanco, pues blanco; que dice negro, pues negro. Por eso ahora tocará hablar de la utopía y de los sueños. ¿Y los que siempre hablaron de eso? De entre todas las facturas de la mala política, hay una que el náufrago rechaza especialmente: el cambio de chaqueta provocado por la adhesión al mandamás. Conviene dejarlo claro. Una cosa es la evolución necesaria de la ideología, fruto de la evolución natural y propia de la inteligencia humana, y otra muy distinta es la burda sustitución de un pensamiento por otro, simplemente por ponerse en fila con el de arriba. No, no es lealtad; eso es vasallaje. El náufrago piensa que la lealtad es una virtud y una cualidad meritoria que se basa en la fidelidad y en el compromiso. Cuando no se puede ser leal, pilla uno y se va. Pero lo otro es un vicio vicioso y viciado, si se permite el juego de aliteraciones. Estar a lo que diga el jefe porque es el jefe le parece al náufrago una actitud esencialmente anti-socialista. Nada tiene que ver con la historia centenaria del socialismo. Fue desde aquel famoso “quien se mueva no sale en la foto”, una de las consignas más perniciosas de la historia política, cuando se dio vía libre al chalaneo, al acriticismo, al pensamiento único y al “si, buana” como refrendo y garantía de una política macabra en donde el que quería estar en la foto no podía dar ni un paso, ni un gesto, ni un guiño. Y así nos ha ido yendo. El náufrago da la bienvenida, pues, a la utopía y a los sueños. Vamos a ver cuánto dura, Sra. Presidenta. A él siempre le gustó el ejemplo de aquellos que “llegaron a hacer lo que hicieron, porque no sabían que era imposible”.

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