martes, 24 de septiembre de 2013

La garrota

Tras una noche sonámbula -larga y extensa- el náufrago se levantó a las tantas. Le dolían los tímpanos de tanta sordera acumulada en las vueltas y revueltas de la cama -airadamente insomne - mientras al lado de la Goleta, como un bestiario desbocado, el Ferial asomaba su cara interminable de cacharros, botellas y ruidos. El infierno sí existe. Dijo que no, que no había feria, y se encerró en el tobogán de sus sueños, con agua y melón, y se chuparía el cinerama completo del Paramount Chanel. Pero, mire usted por donde, con el último bocado de la tostada, llegan Paköma y Alolive y lo engatusan para dar una vueltecilla por la feria de ganado. ¡Lo típico y popular!, le dicen. De siempre, el náufrago ha deseado tener una cabra, así que… ¡A la feria de ganado! No siendo versado ni en ganado ni en cabras, le venía bien el conocimiento enciclopédico que Alolive tiene sobre el tema, quien le aconsejó sobre cabras jarropas. -Pero si en las ferias de ganado no hay ya cabras, intervino Paköma, sacando un real documento ganadero de un archivo del XVII. -Pues si no encuentro la cabra jarropa, me compro una garrota, contestó decidido el náufrago, al tiempo que se acercaban al descampado del Silo con un calorín otoñero que “pa qué”. Efectivamente, no había cabras, así que …!a por la garrota!. -La garrota tiene que ser de fresno, de ese que crece en los barrancos del Camello y del Palancares; no vayas a confundirlas con las de mimbres y quejigo. ¡Ésta, ésta es buena … y muy bien de precio, 5 pelotes! Y así fue como consiguió el náufrago su garrota deseada, a falta de la cabra jarropa, al mismo tiempo que recibía una lección de cultura agropecuaria. Paréntesis: (Alolive estaba muy contento por lo de concejal. Hombre sencillo, directo, formal, eficiente, comprometido …¿le darán la Delegación de Cofradías?). -Venga, una foto “pal náufrago”, dijo Paköma, que tiene una cámara movilística parecida a la de los ministros y consejeros. ¡Una foto a la garrota! Ya de vuelta, la conversación giró sobre caballos. Una mula roma, ¿sabes?, es la hija de burra y caballo. Y una jaca, ¿sabes lo que es una jaca?, pues una yegua joven, ¡no, hombre, no!, un caballo “capao”. Subió el náufrago al faro de Rocadura para hacerle un poema a la garrota, pero se quedó dormido y, en sus sueños, se le apareció de nuevo aquel “cocido almunia” que se había comido días antes y le había devuelto el disfrute de los saberes y sabores culinarios de la sirena… como un gozo recobrado. Porque el náufrago sabe que nunca comerá un cocido tan rico. Así que el poema a la garrota quedará para otro día.

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