martes, 8 de abril de 2014

La infantesa

Hace unos meses, aprovechando un huracán de lluvia y viento que pasó por la Goleta, el náufrago se vio obligado a enfundarse en el catre hasta sudar la gota gorda. Sólo unos ojillos asomando por la sábana, como forma de mochuelo enjaulado entre toses y juanolas. Casi como un Ecce-Homo.
Fue cuando “lo” de doña Cristina, la infanta real, que declaró que no sabía nada de nada. Ustedes ya me entienden. El náufrago no sabe por qué causó tanta sorpresa la mudez real ¿Saben lo que significa “infante”? Que no habla. De la misma raíz, infantil, aplícase  -sensu strictu- al niño que todavía no habla (menor de 2 años), por tanto, lo que hizo la infanta fue, sencillamente, hacer honor a su nombre.
Ya, más precisa y personal, la palabra infante se aplicaba (y se aplica) a los hijos del Rey que no tienen la condición de príncipe. A la misma familia pertenece la palabra “infantería” pero, no porque los soldados que la componían fueran niños, sino porque era la tropa que custodiaba a los infantes, no en plan guardaespaldas sino con ejército pleno.

También “infantería” alude a la persistencia en la adolescencia o en la edad adulta de los caracteres físicos y mentales propios de la infancia (infantilismo). O la atrofia de ciertos órganos del cuerpo humano que no alcanzan, por razones clínicas o biológicas, el desarrollo pleno. 
También son ganas de gastar palabras con eso de la infanta real, habiendo una sola que comprende a las dos, infantesa. Así que, al decir infantesa, estamos diciendo de golpe “infanta real que no habla”. Por eso el náufrago la prefiere.
Como verán, el juego semántico de “infante” es rico y variado. Podría también aplicarse el término “infantina”, pero podría tomarse a cachondeo y supondría un contraste muy severo entre la carcajada y el calvario que está pasando la infantesa “por ser quien es”, que no sólo no se está beneficiando de la justicia, sino que se le está perjudicando, y lo que piden los “cortesanos” de la derechota es nada menos que se la trate como “una ciudadana más”, como si fuera el enano de la venta, por ejemplo. 

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