miércoles, 20 de noviembre de 2013

20 - N

            Aún recuerda el náufrago aquel día de aquel año, 20-11-1975, o sea, aquel día en el que la TV en blanco y negro nos presentaba a Arias Navarro, presidente del gobierno (y carnicerito de Málaga), haciendo pucheros con su cara lacrimosa, y anunciando la buena nueva tan largamente esperada: ¡Españoles, Franco ha muerto! Coincidía con otro 20-N, ahora del 1936, cuando otro patriota, José A. Primo de Rivera, fundador de la falange fascista, era ejecutado por conspiración y rebelión contra la II República. Los dos coincidieron en un 20-N de luto y gloria y los dos comparten fosa y réquiem en el mismo lugar: el Valle de los Caídos, construido con la sangre y el temblor de miles de vencidos por eso que llamaron Movimiento Nacional. ¡Vaya dos piezas!
              El náufrago fue aquel día a Guadix, la ciudad troglodita en donde trabajaba como profesor. La mayoría del Claustro era más facha que el kopón, así que tuvo que oír lamentos, oraciones y algunos insultos hacia su persona, procedentes nada menos que de la mismísima catedral de la villa. Hace ya 38 años de aquello y en la Goleta se recuerda como si hubiese sido ayer. Por las vísperas, el náufrago (entonces no era náufrago) escribió un soneto hasta ahora inédito, que verá la luz el próximo día 13 de diciembre, cuando se presente el Sonetario 52. En el terceto final puede leerse: ¡A la tumba! se va la dictadura, que una España de luz potente y clara ha llenado de fuego su almenara.
           Aquel Franco ha muerto es recordado cada año en una efeméride fascista que, prietas las filas y con el brazo en alto, aún pretende hacernos creer en un revisionismo histórico vergonzante y deshonroso. Aquel símbolo del yugo y las flechas quedó enterrado, pero cada 20-N aflora un tufillo patriótico de espuela y nuca, intentando hacer un homenaje a la indignidad. Por eso el náufrago quiere recordar hoy toda la rabia de tanta gente inmolada, perseguida, traicionada y humillada de una manera vil, sanguinaria, cobarde y clandestina. Como memoria histórica personal.
          Pero el 20-N también es un día glorioso y feliz para el náufrago por otro motivo. Un 20 ene del noventa y ocho su corazón se llenó de gozo y la sangre le volvió a circular con nuevas ganas y con nuevos bríos. Fue en Granada, en el juzgado nº 10, cuando una sirena embarcó en la Goleta y empezó a escribirse un nuevo tiempo cordial y lúcido, efervescente y luminoso, creativo y soñador. Hoy, todo el día, lo tiene de lleno en su cabeza.

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