martes, 11 de febrero de 2014

Cuento a cuenta

El cuento se llama “El extraño” y se lo mandaron al náufrago por e-mail. Al náufrago le ha
parecido lo suficientemente interesante como para incluirlo en su blog y ofrecérselo a sus lectores.
Es un cuento muy simplón, pero no conviene leer textos muy profundos, ya que los surcos cerebrales
que regulan la inteligencia humana pueden resultar dañados. 

            [ “Hace ya unos cuantos años, llegó a nuestro poblado un encantador personaje al que mi padre, fascinado, lo invitó a casa. El extraño aceptó y desde entonces está con nosotros.
Nos mantenía hechizados contándonos todo tipo de aventuras y sucesos a cual más llamativo. Me sorprendía que él tuviera respuesta para todo, ya que conocía el pasado, el presente y hasta podía predecir el futuro.  Me hacía reír y llorar al mismo tiempo. El extraño nunca paraba de hablar, hablar y hablar. Todos estábamos pendientes de lo que decía.



Poco a poco el extraño empezó a trabajar por su cuenta y a hacerse imprescindible y desobediente.  Mientras en la escuela me enseñaban a distinguir lo bueno de lo malo, el extraño nos decía lo contrario.  Mi padre se esforzaba en enseñarnos a hablar bien pero el extraño, en cambio, usaba un lenguaje soez y barriobajero, como de muy mala educación. También mi madre nos aconsejaba con cariño a no beber alcohol ni a fumar, a la vez que el extraño nos decía que no, que eso eran pamplinas. Fue metiéndonos ideas sobre sexo, política, cultura, etc. que no eran muy ejemplares.
Puede decirse que casi todo lo que nos enseñaban en la escuela lo deshacía él, valiéndose del grito, la violencia y la alevosía. Hasta que cogió la sartén por el mango y ya se ha convertido en el único y verdadero rey de la casa. Nadie se atreve a decirle ni pío y está  siempre presente, a todas horas dominando nuestras cabezas y nuestros corazones.
El extraño tiene un nombre muy raro, pues no hay ningún santo que se llame así. Don Televisor. Y para colmo, se casó con una dama de baja cama, Dª Computadora,  y tienen un par de chiquillos a cual más revoltoso: el señorito Móvil y el señorito Smart Phone].


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