lunes, 13 de mayo de 2013

El Trepabuques

Se conoce con el nombre de Trepabuques al periódico de la provincia de Jaén, o sea, al Diario de Jaén. No, no fue gratuito el mote, sino muy bien ganado, pues no en balde se dedicó durante la Guerra del 36 a derribar (trepar) barcos republicanos por las fuerzas “nacionales”. Cada día trepaba 4 ó 5, así que él solo ganó la guerra.

Al náufrago le encanta el Trepabuques. Todos los días, recién desayunado, va gozoso a la página de Alcalá para reírse un rato. No, no es una página de humor, sino una página titiritera que le da al náufrago ese puntillo diario de ganas de vivir.

Repito: el náufrago no puede vivir sin su ración de trepabuques y, por eso, cuando está en la Goleta -como ahora- tiene encargada a una persona que -por Whatshap- le manda los flecos y flequillos de la página alcalaína.  ¡Qué estilo periodístico, qué valoración de la noticia, que limpieza ilustrativa, qué atracción y qué goce!

El náufrago espera cada día esa liturgia del escaneo que permite el recorte mimoso de la  atractiva página, su enfoque visual enciclopédico, la brillantez decorativa … todo lo necesario para ir formando esa “archivez” de prensa que llaman hemeroteca.  Son ya miles de páginas encuadernadas en los talleres de la Goleta. En ellas está la vida alcalaína:

-Queja por la tardanza del servicio de ambulancias. Acusaciones de engaños en recogida de firmas. Antonio el del “yeso”hace en Colombia su sueño americano. Idea para que la comida no se tire. Un detenido en la redada por el robo de joyas. Un niño evacuado tras marearse en la piscina cubierta. Y una oveja origina un problema de tráfico.

         

        Es sólo un ejemplo del noticiero trepabuquero (perdonen el ripio) del último mes, mientras en Alcalá estaba la VI Semana del Libro  (5 días de teatro, concierto, recital, etc...) y el IX Congreso de Frontera (76 investigadores y arabistas de la mayoría de las universidades españolas, 2 actos solemnes en 2 lugares patrimoniales ...), es decir, 2 citas culturales de primerísimo orden que tendrían en cualquier periódico una cobertura informativa de relieve. Pero el corresponsal trepabuquero silenciaba una y dedicaba a la otra un caricortado crónicón, según acostumbra con las cosas de la cultura, ya que suele presumir de tirar las notas de prensa a la papelera, porque lo que a él le interesa es el periodismo “de investigación”, como lo demuestra día a día con el charco, el polstergueit, el ratero, el guiso de arroz y la violación de la vieja. La Alcalá profunda. Ya saben, periodismo de investigación. 

Pero cuando el náufrago disfruta de lo lindo es cuando el titiritero elimina las alusiones a la cultura, a la concejalía y al concejal. Se lo imagina leyendo y releyendo la croniquilla para que no se le pase ni una y sustituirlas por área municipal, administración local, ayuntamiento o comarca sureña. Si usted tuviera que seguir la actividad cultural por las páginas del Trepabuques, se daría cuenta de que la cultura no existe en Alcalá y, no digamos el concejal. Se ha llegado a un punto tal de surrealismo que el concejal ni siquiera va a los actos que él mismo preside, ni dice nada cuando habla. ¿O acaso no habla cuando dice? La gente va al Ideal y cuando ve que allí sí lo pone suele decir: !Hay que ser gilipollas! 

 Semejante esperpento sólo puede tener cabida en una página local tan chistosa como la de Alcalá en el Trepabuques y en un corresponsal tan severamente falto de ética profesional como el titiritero. Lo que no sale en el Trepabuques no existe, un eslogan que el náufrago regala al periódico. ¡Cuánta carcajada encierra en sus páginas! 

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