lunes, 19 de mayo de 2014

Meditando

Lleva el náufrago 10 días encerrado “en sus adentros”. Ha bajado las persianas vegetales y ha entrado la sombra de la frescura en el altozano de la Goleta, allí en donde el faro de Rocadura se le muestra desafiante y cabrón. Pero ha aprovechado que el enano de la venta está desganado y ha querido someterse a una especie de ejercicios espirituales al estilo ignaciano, el primer jesuita.
Ni la cansina campaña electoral ni el calendario festivo de las aldeas comarcales han conseguido distraerlo. Más aún, ha querido aprovecharlos para su meditación. Sólo el sábado, el día que el Barça perdió la liga, se acercó a las Grajeras y tuvo suerte: se comió un arroz muy sabroso, tanto que parecía un arroz victoriano.

Ordenando libros, canciones y recuerdos, el náufrago se ha encontrado con catilinarias latinas, crestomatías árabes y textos comentados. Incluso ha ojeado los viejos sonetos de un tal Güilian Shespi. Su vida estudiantil y toda su profesión enjauladas en libros, apuntes y cedés. Y los ha tirado todos. Ha sido una escabechina que le ha desgarrado el alma pero –como en la metáfora de la madera de san Juan de la Cruz- lo ha purificado. Por eso, cuando se dirigía al Punto Limpio de la isla para deshacerse de pastas, carcasas, plásticos y cuadernillos, notó que su alma se elevaba, ascéticamente, al punto cero de su vida. La última página que deshojó le dijo que “ya está bien, que hasta aquí llegó la marea”.


Este mensaje leído lo ha sumido en una profunda meditación que lo encubre y lo descubre, lo pena y lo apena, lo divierte y lo convierte. La sombra de san Millán, allá en el monasterio en donde nació el castellano, el canto gregoriano en el silencio silense, el beatus ille de la vida retirada, el guirigay melódico de gorriones bajo los cipreses, la sustitución de la escritura por la oración, el dulce lamento del tempus fugit y del ubi sunt … Meditando.
Probablememte el náufrago esté dando sus últimos coletazos y, satisfecha ya su querencia a la poesía, se dedique preferentemente a redactar ese Diario del Concejal como compromiso último. Eso sí, con el amor entero.
En esto estaba el náufrago cuando escuchó la heróica entrevista de Jordi Évole a José Mújica, Presidente de Uruguay. Y se quedó de piedra.

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