martes, 30 de abril de 2013

1 de Mayo

Los mártires de Chicago, ésos fueron los primeros del primero de mayo, ejecutados en USA por defender la jornada laboral de 8 horas, cuando la revolución industrial empezaba a dar los primeros zarpazos en las encorvadas siluetas de los trabajadores.  Otra más de las miles de tragedias en el haber del capitalismo salvaje. Desde entonces -1889- es la Fiesta de los Trabajadores, una jornada conmemorativa de homenaje pero también, y principalmente, una jornada de reflexión y de reivindicación social y laboral.
El náufrago iba a matricularse en la Universidad  aquel 20 de julio de 1970, cuando se encontró en Granada con la muerte a tiros de tres albañiles por manifestarse con un ladrillo en la mano. En defensa propia, dijeron entonces los patriotas franquistas, dando por buena la igualdad entre ladrillo y pistola. Una estrofa corta, que ahora relee en la Goleta, dejó el suceso escrito para los siglos de los siglos:
Tres boquetes de tierra sepultaron // el ladrillo y la voz, en su Granada,
             tres coronas de negro florearon // su derrota, mi fiebre, la plomada.
             Tres obreros quedaron mudos, tersos, // tres granadas gritaron: ¡democracia!
              tres pistolas dieron la voz de ¡gracia! // tres claveles os mando con mis versos.

Eran aquéllos tiempos de lucha que no convendría olvidar, a pesar de la bajada de pantalones de lo que después sería la Santísima Transición. ¡Menos santa, oiga! Entonces la ilusión y la esperanza estaban en todos los relojes de los trabajadores, en todas la brújulas de los demócratas, en todas las miradas clandestinas de los socialistas. Entonces el náufrago escribía poemas con el aliento hernandiano en la pluma y la sangre machadiana en el corazón. Así salió este grito de la hormiga:

Subiremos trepando ramas, huesos, desnudos // como pies de serpiente,  acurrucados,
subiremos sin luz, haciendo eses // hasta la España nueva de esa nueva esquina,
la que ahora nos traza otro paisaje // y nos dibuja otro cerebro, otra aventura.
            Subiremos trepando, en lucha, vivos  // para hablar de lo nuestro, de aquel hombre
que sufrió, que murió, que nos exige // el relevo solemne y la memoria,
subiremos de pie, hartos, encharcados, // vagabundos del asco en las cloacas.
            Subiremos trepando a tañer las campanas, // con nuestros codos rocosos, innavegables,
            el rastrojo en el fuego, las pestañas quemadas // por el mirar cansado, amarillo; abismales
            subiremos de fiesta, por la fiebre errante  // y avinado el vino de las tristes tascas.
            Y nuestros corazones saltarán gozosos, bellos, // hasta que oigamos el grito de la hormiga:
ese grito cordial: ¡pueblos de España!.

Hoy vivimos tiempos de desencanto. Siempre que hablo de estas cosas pienso que sí, que éramos más jóvenes, pero -sobre todo- que éramos más socialistas. Recuperar la fe y la esperanza, partiendo de un rearme ideológico que defina al nuevo socialismo. Esa sería una buena manera de celebrar el 1 de mayo del 2013.
                                                           *  *  *
NB.  La Iglesia franquista -o sea, casi toda- sacralizó el 1 de mayo como festividad de San José Obrero. Como siempre, en defensa de los pobres. Aunque el náufrago cree que mañana habrá grandes manifestaciones por parte del PP que, como se sabe, se confesó como el verdadero Partido de los Trabajadores

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