lunes, 18 de marzo de 2013

Pedriza´s Observatory Center

La ciencia astrológica ¿o astronómica? ya cuenta con una nueva sigla, el POC (Pedriza´s Observatory Center). El náufrago estuvo allí, el pasado sábado, camuflado entre el gentío que asistió al amanecer de este observatorio celeste que, navegando por los cielos pedriceros, permitirá gozar del disfrute visual de ese mapa mágico dibujado por estrellas, asteroides y planetas.
El náufrago siempre se ha sentido maravillado por tres fenómenos que escapan a la limitación de su sesera: por qué no se cae un avión, con todo lo que pesa y la carga que lleva; cómo podemos -desde nuestra casa- ver, guardar, escanear, comentar y archivar el lamelibranquio amazónico o el último apunte filosófico con un simple click por internet; y cuánto espacio ocupará el firmamento si -según la ciencia- el sistema solar, que nos parece inmenso, sólo es una millonésima parte de la Vía Láctea que, a su vez, es una galaxia pequeña entre los millones de novas, nebulosas, sistemas cósmicos y viajes interplanetarios.  ¿A qué distancia de la Tierra, por ejemplo, estará el satélite más alejado si, a la velocidad de la luz (300.000 kms /seg), tardará en llegar aquí 17.000.000.000.000.000.000.000.000.000 (17 trillones de años? Por eso, cuando en la Goleta aparece Venus con su lucecilla de fiesta y su color de corindón marino, el náufrago suele perderse en estos cálculos astronómicos. ¿Cómo puede existir tanta belleza y tan desconocida y cómo imaginar tanta luz en medio de las tinieblas?

El Pedrizas´s Observatory Center nos rescatará una pequeña parte de este mundo y nos permitirá alargar la inmensa infinitud del universo, en contraste con la nulidad casi absoluta del hombre. Tal vez no hay lección más grande para alimentar la humildad y reprimir la soberbia de la especie humana. Observar desde su telescopio el cielo estrellado de agosto supondrá contemplar la poesía y la música del mundo, su geometría y su diseño, su misterio y su enseñanza … su vida. Porque no puede ser que la vida sólo se haya reservado a los presumidos y orgullosos habitantes de la Tierra. Por supuesto, otra vida.
Pensaba en todo esto el náufrago, mientras veía a tanta gente interesada curioseando la instalación inaugurada por la alcaldesa alcalaína, Elena Víboras. El náufrago subió al interior  y recordó el faro de Rocadura, desde donde él rastrea sólo un trozo de cala virgen dominada por el pezón de la sirena. Dos “miradores”, pensó, que unen lo cercano con lo infinito, la ciencia conocida con la oculta, el trazo geométrico con la asíntota cosmológica. Ambos miradores son dos faros luminosos que -como aquel de Alejandría- pueden servir para vencer el miedo y para abrazar el conocimiento.
El Servicio Español de Astrofísica (SEDA) ha elegido el paraje de la Pedriza por razones favorables de luminosidad, limpieza y aire. La esfera blanca que otea el campo de olivares de nuestra aldea nos da el icono de la ciencia como soporte de una cultura para el hombre desde la pequeñez de su existencia. Y cuando cada día nos acerquemos a ella y miremos por el ojo ciclópeo de su cabina, nos daremos cuenta de que cada estrella te llevará a otra, y a otra, y a otra … y así sucesivamente. Tal vez lleguemos a comprender que no somos nada en la inmensidad del universo.  Y eso será bueno para bajarnos los humos.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario