Bienvenido Secretario General:
Empezaré diciendo que yo no te
voté, ya que mi manera de pensar y entender la política coincide más con la de
Tapias que con la tuya y, aunque todo estaba escrito para que salieras, preferí
ser fiel a mis ideas y darle mi voto a él. Sin embargo, no creo que sea un voto
perdido ni mucho menos. Como yo han pensando el 15 % de los militantes
socialistas que votaron (19.384 votos), que no es moco de pavo. Sabido es que yo siempre apuesto por el que pierde y, así, nunca me pueden decir que
juego a caballo ganador.
Pero esto ya es historia reciente
y ahora lo que interesa es ir trazando un futuro de ilusión y compromiso que
consiga que todos los hijos pródigos vuelvan a la casa familiar y, si es
posible, algunos más. Pero también va a ser tu deber y preocupación velar para
que no se sigan yendo algunos. Por eso te escribo, desde la esperanza. No “con”
sino “desde”. Conviene que entiendas la diferencia.
Me han gustado tus primeras
declaraciones, casi a pie de urna, una vez que ya era realidad real lo que
antes era, a voces, una realidad deseada y presentida. Porque sorpresas, ni
una. Todo atado y bien atado.
Digo que muy bien tus primeras
palabras, que ya habías dicho anteriormente, pero no es lo mismo dichas antes
de que cuando ya eres flamante secretario general del PSOE. Si no he copiado
mal, han sido éstas:
- Compromiso de liderar una ejecutiva tan a la izquierda
como la militancia de base.
- Un proyecto que no caiga en el populismo ni en la
demagogia.
- Seré el secretario general de la unidad, porque en el PSOE
no sobra nadie.
- Lo primero será recuperar las señas de identidad para
gobernar y transformar la sociedad.
- El cambio en España ha empezado hoy.
Desde luego que no está nada mal, al revés, está pero que
muy bien. Hasta tal punto que, si haces esto que dices, me reconvertiré en uno
de tus incondicionales. Pero si no, seré uno de tus más encendidos críticos.
Perdona que sea tan escéptico,
pero ya tengo mis años, he leído lo mío y también he oído muchas veces
discursos parecidos que luego resultaron rana. Así que, desde la esperanza.
Comprendo que en una campaña tan previsible como ésta no hayas desmenuzado el
famoso “programa, programa, programa”, pero a partir de ahora habrá que ir
rellenando huecos y bajar a la política de la calle. Por ejemplo, te daría el
primer gran aplauso si -en el próximo congreso del 26 de julio- contestaras a
preguntas tan simplonas como éstas:
-¿Para cuándo el referéndum
Monarquía-Republica, la enseñanza de la religión fuera de las escuelas, la
reforma de la ley electoral y la de la Constitución ?
-¿Cómo ponerle puertas al campo
de los mercados, de la Banca
y de las grandes empresas (Sicav)?
-Contra la corrupción y contra el
nepotismo, vale, pero … además de decirlo, ¿lo vamos a hacer de verdad o de
mentirijilla?
-¿Qué tres medidas urgentes y
concretas para mitigar la pobreza y la marginación social?
-Idem para transparencia de los
partidos y su democratización, así como para hacer de la política un servicio a
tiempo cumplido y no una profesión sine die?
¡Ah!, y procura que no se metan
tanto con Podemos, hombre, que a mí me parece que hay más de común que de
diferente. Dejad las bofetadas a Pablo Iglesias para el PP.
Con mis mejores deseos porque, de lo contrario ... el Señor nos coja confesados.
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