En
estos tiempos de gripes y resfriados catarroides, llega a la Goleta la noticia del
descubrimiento de un fármaco nuevo para la tos. Se trata de la gabapentina y,
según el equipo investigador de la Universidad de Newcastle (Australia), puede ser
la solución definitiva para los pacientes que sufren tos crónica refractaria
como, por ejemplo, el náufrago.
En
Sabido
es que la tos refractaria dura un par de meses y no se quita ni con jarabe, ni
con caramelillos eucaliptus ni con juanolas de regalí. Tos seca y agarrada al
pecho con ruidillo de gárgaras y cabreo airado del “tosedor”. Cuando le ocurre
al náufrago, el enano de la venta se ríe a hurtadillas, escondido en la
madriguera del corral.
La
gabapentina sustuiría al tratamiento estándar que, como se sabe, no sirve para
nada, según le dijo al náufrago un boticario de los de antes: “mira, que lo
sepas, la tos se quita cuando a ella le sale de los cojones”, sentencia firme y
fin de la cita. En cambio, la
gabapentina ofrece una mejora sostenida en comparación con el placebo.
Al
náufrago le vendría de maravilla que la gabapentina no fuera otro fraude más
del engaño farmacéutico, porque él lleva la tos inserta en su metabolismo de
tal manera que, cuando llegan los primeros
de noviembre, se le atraganta una garraspera rónquica que le dura hasta los primeros
sonidos de cornetas. Es como un gen personal de su propio adeene.
Sin
contraindicaciones aparentes (sic), el jefe del equipo investigador, Nicole
Ryan, señala que -después de la retirada- continúa su efecto antitusivo".
El
náufrago no había oído nunca esa palabra, así que fue al diccionario.
Antitusivo o antitusígeno. Efectivamente: eficaz contra la tos. Sólo que lo más
seguro es que sea mentira.
Claro que el enunciado “la gabapentina es muy buena para la tos” también
podría tener un significado literal, o sea, para que te dé y no se te quite.
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