Siempre
hay en la Goleta
un tufillo a cosa vieja, a balada triste de trompeta y a borrón y
cuenta nueva. Como en una continua y eterna mudanza, el náufrago revisa por Añonuevo
todos sus papeles y caricias, todas sus dudas y emociones, todos sus pecados y sus
miedos, todos su éxitos y sus fracasos. El náufrago se revisa entero, de arriba abajo
y de pe a pa. Y como todos los años oye las 172 versiones que tiene grabadas del Silent
night. La mejor, sin duda, la de Mahalia Jackson. Se pone a cantar con ella y
se
le va el
santo al cielo. Sólo le ocurre esto también con el Benedictus de la Coronación de Mozart,
aunque éste no puede oírlo sino de rodillas. Es su gran oración profana.
Como
cada año, la Goleta
se adorna siguiendo la tradición amerindia de los mayas. Guirnaldas y
hojas de palmera dan cobijo al menú de dátiles, calostros y uvas secas que el
náufrago comerá mañana, por la Nochevieja,
bajo el gran sicomoro del Muñekes ´Maxim. Y aunque el Enano de la Venta lo vigila para gastarle
una putada, el náufrago hace como que no lo ve para averiguar hasta dónde es
capaz de llegar el cabroncete.
Todo
borrón y cuenta nueva exige un examen de conciencia. El náufrago sigue para ello la
técnica de los ejercicios espirituales del jesuita san Ignacio. Y parecidas
preguntas: he de morir y no sé cómo; si fuera hoy, ¿qué cuenta podría dar:
sería de salvación o de condena?
Y el náufrago
se ve en el fuego eterno, achicharrao como un chicharrón. Pero el Benedictus de Mozart lo
redime.
Esta
Nochevieja saldrá a otear el paisaje del altiplano que -desde el faro de
Rocadura- parece una recua de camellos en fila india. Y con voz ronca recitará
el soneto Vikimar, el que cierra el Sonetario 52
y lo despide, porque ha decidido no escribir sonetos nunca más.
Borrón
y cuenta nueva en la literatura, en la esperanza, en el dominó, en la política,
en la malafollá … borrón y cuenta nueva en su manera de ser y actuar. No está
contento el náufrago de cómo le va y no sabe cómo puede enderezar su última
ruta, esa que le acerca a la postrera postrimería.
Ha
amontonado sus libros y ha intentado quemarlos vivos. Sus libros, no los libros,
los que él ha escrito. ¿Por qué y para qué los escribió? A veces no sabe
contestar a estas preguntas. Para colmo le asalta otra gran duda: la de la cultura
y la educación. ¿Cuántas horas le habrá dedicado a una y a otra? ¿Ha merecido
la pena?
El
espejo le devolverá un rostro amaderado, intensamente neutro, como el de una
calcamonía. La pajarita de cartón amarillo le dará un aire de payaso tonto. Y
encima, este viento que ruge en la
Goleta , como la gran metáfora del borrón y cuenta nueva…
mientras el Enano de la Venta
se entretendrá haciéndose una jabonosa.
Hasta
que cansado de respuestas inútiles se abrazará a las 7 uvas de la almohada. Una
encendida almunia le hará sonreír, mientras la noche, lentamente, cubrirá de
escarcha el suelo profundo de las heridas montañas. No está todo perdido, por
tanto. Borrado el 2013, empezará la cuenta nueva del 2014. El náufrago sabe que será un año de la
gran puta … porque vivimos un tiempo líquido.
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