[Este Manolo Sereno tiene 83 años de vida y la alegría y agilidad de un adolescente. Es el autodidacta más sabio que he conocido; su inteligencia es práctica y manual, de artesanía mental, tan lejos de tanto academicismo titulado como, por ejemplo, yo mismo. Disfrutaba el hombre dejándome con la boca abierta: la mirada de las gallinas, el mecanismo de su almazara, la arquitectura de los columpios, su libro de lectura en la terraza… y esa hospitalidad que no necesita de adjetivos porque la sientes y se respira. Por las angostas y alpinas callejas, con el Suzuki verde botella, hasta el pináculo de Frailes, allí, en donde otras sensaciones felices nos aguardaban].
Ahora -5 años después- cuando llega a la Goleta la muerte de Manolo, el náufrago ha querido recuperar un poema que le dedicó para un libro del que nada supo después… pero no lo encuentra. A veces los versos nos huyen y se rebelan. Será en el cementerio, cuando Manolo abone la tierra de los justos, cuando el náufrago despedirá a un hombre anónimo de vida fértil. Y le renovará las gracias por aquel día en Frailes que lo llenó de gozo y de misterio. Después fue lo del Pregón del Vino y muchos recuerdos más. Descanse en paz un hombre bueno, abierto, sencillo, oceánico … La inmortalidad es sólo eso: abonarse en la tierra para iniciar el eterno retorno de la vida.
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