lunes, 26 de mayo de 2014

Agramaderos

Conforme enfilas para el monte herido de Montefrío, el amanecer se clarea entre los pardos olivares y los agrisados ocres de las cunetas. El sol acaba de asomar su corona amarillada por el rosicler del alba. El bello Suzuki platea por estos campos … campos … campos. Y entre los olivos -machadianamente- los cortijos blancos.
El náufrago se acerca a la Venta de los Agramaderos, una aldea alcalaína que lo acogerá con motivo de las elecciones europeas.
Desde el faro de Rocadura, el náufrago ve este paisaje como cordillera perdida en cada uno de los cerros de la tramontana. Y ahora, sin el aire de las alturas, a ras del suelo, parece un inmenso patio-corral de una belleza algo misteriosa que lo envuelve en un bucolismo dominguero. ¡Qué bello es el reír de la primavera en estos parajes de los agramaderos!
El náufrago no cree que el enano de la venta sea de aquí, aunque bien pudiera haberse transformado en un diablo que juega al escondite con las alimañas por los roquedales.

Es domingo y la iglesia permanece cerrada. Según le informan, sólo hay misa un domingo sí, otro no, y éste no toca. ¡Faltan curas!, dicen.


Lenta mañana. Son las 12, la hora del ángelus, y sólo han votado 14 de un censo de 153.
Antes esto era una bulla, le dice don Pedro, el alcalde pedáneo de la aldea, pero ahora estamos sólo unos cuantos viejos apegados a nuestra cuna cortijera. “¡Ojalá no tengan que volver los que se fueron!, termina diciendo con la voz grave y la firmeza pensativa que se forja en la soledad de estas piedras.
El náufrago ha cogido papel y lápiz para escribir algo y matar los tiempos muertos de la jornada. Son muchas horas para tan poca tarea. Los “civiles” han venido ya tres veces a ver si va todo bien. ¿Cómo todo? ¿Qué es todo? Hablar de “todo” en donde no hay “nada”, he aquí la retórica vacía del lenguaje.
Don Pedro ha puesto un salchichón casero para hacer boca y -efectivamente- hemos hecho boca. Boca y panza. Ahora está preparando un arroz “cardoso”, mientras la tranquilidad, el paisaje y la chimenea se divierten mansamente y, distraídas, seducen a Carolo, un perro de ojos azules que juguetea  con la brisa de la mañana.
Es la primera vez que el náufrago viene aquí. Está disfrutando el suave día y -ahora- cuando escribe esta página- fuma un cigarrillo y oye “tú eres la noche, esposa”, el poema de M. Hernández cantado por Serrat. Ha entrado en un nirvana vegetativo que lo acerca a la paz labriega de estas tierras, anticipo tal vez de san-millán. Entra una luz amarilla y soleada entre las rendijas de las persianas y un rayo de penumbra vieja lo adormece entre el brillo luminar del fuego y el solitario pensar de sus “adentros”.
Por eso ha querido dejarlo escrito.

lunes, 19 de mayo de 2014

Meditando

Lleva el náufrago 10 días encerrado “en sus adentros”. Ha bajado las persianas vegetales y ha entrado la sombra de la frescura en el altozano de la Goleta, allí en donde el faro de Rocadura se le muestra desafiante y cabrón. Pero ha aprovechado que el enano de la venta está desganado y ha querido someterse a una especie de ejercicios espirituales al estilo ignaciano, el primer jesuita.
Ni la cansina campaña electoral ni el calendario festivo de las aldeas comarcales han conseguido distraerlo. Más aún, ha querido aprovecharlos para su meditación. Sólo el sábado, el día que el Barça perdió la liga, se acercó a las Grajeras y tuvo suerte: se comió un arroz muy sabroso, tanto que parecía un arroz victoriano.

Ordenando libros, canciones y recuerdos, el náufrago se ha encontrado con catilinarias latinas, crestomatías árabes y textos comentados. Incluso ha ojeado los viejos sonetos de un tal Güilian Shespi. Su vida estudiantil y toda su profesión enjauladas en libros, apuntes y cedés. Y los ha tirado todos. Ha sido una escabechina que le ha desgarrado el alma pero –como en la metáfora de la madera de san Juan de la Cruz- lo ha purificado. Por eso, cuando se dirigía al Punto Limpio de la isla para deshacerse de pastas, carcasas, plásticos y cuadernillos, notó que su alma se elevaba, ascéticamente, al punto cero de su vida. La última página que deshojó le dijo que “ya está bien, que hasta aquí llegó la marea”.


Este mensaje leído lo ha sumido en una profunda meditación que lo encubre y lo descubre, lo pena y lo apena, lo divierte y lo convierte. La sombra de san Millán, allá en el monasterio en donde nació el castellano, el canto gregoriano en el silencio silense, el beatus ille de la vida retirada, el guirigay melódico de gorriones bajo los cipreses, la sustitución de la escritura por la oración, el dulce lamento del tempus fugit y del ubi sunt … Meditando.
Probablememte el náufrago esté dando sus últimos coletazos y, satisfecha ya su querencia a la poesía, se dedique preferentemente a redactar ese Diario del Concejal como compromiso último. Eso sí, con el amor entero.
En esto estaba el náufrago cuando escuchó la heróica entrevista de Jordi Évole a José Mújica, Presidente de Uruguay. Y se quedó de piedra.

martes, 6 de mayo de 2014

La corrupción histórica

Pese a su enclave exótico y boreal, alejada del mundanal ruido y de la civilización mediática, la Goleta es una isla afortunada, en donde el retiro y el silencio alimentan el alma del náufrago. Sólo la sombra del enano de la venta ennegrece el paisaje. Esto no quiere decir que la Goleta esté aislada. La des-información llega puntual y grave, cotidianamente manipulada por ese Gran Hermano de la idiotez y la desvergüenza, de la grosería intelectual y de la ética del rastrojo.
No, no es lo mismo olvido que desmemoria. Ésta lo impide, lo rastrea y lo envenena como sólo saben hacerlo las sanguijuelas de la Historia y las ratas de las Biografías. El náufrago recuerda  aquel Diccionario que despachaba a Franco casi como un inocente angelote de aquel destino de España en lo universal, al mismo tiempo que a Manuel Azaña le atizaba recio y duro como no hay en los escritos. Al dictador estuvieron a punto de canonizarlo, mientras que al presidente republicano lo mandaban a las calderas de pedro-botero.
Pensaba el náufrago en esto -hoy- cuando le llega la des-noticia de que, según algún libro de texto que por ahí circula, García Lorca murió cerca de su pueblo durante la guerra de España” y Antonio Machado “se fue a vivir a Francia con su familia”, donde residió “hasta su muerte”. El ¿libro? fue editado en 2011 y está dirigido al alumnado de seis años. Para que aprendan la verdadera Historia de España. Un libro de texto, es decir, un libro destinado a ser  estudiado y aprendido por niños de seis años.

Probablemente el cándido y desvergonzado autor pensara en los pobres alumnos, tan chiquitines, que no sería “pedagógico” que se enfrentaran a la realidad del crimen fascista y del exilio provocado por la guerra. Además, ¿para qué entrar en los detalles?


No hay mentira histórica; hay corrupción de la historia como estrategia ruin de la desmemoria. Efectivamente, Lorca murió cerca de su pueblo y Machado se fue a vivir a Francia con su familia. Como si a uno le hubiera dado un dolor de estómago en mitad del campo y el otro se hubiera ido a hacer turismo con su madre, doña Ana.
Anaya va a retirar y a destruir todos los libros en los que se omite el asesinato y el exilio. Nunca es tarde si la dicha es buena, pero han tardado mucho en darse cuenta. Desde el 2011 anda esa desmemoria histórica enjaulada en las aulas y en los recreos. Muchos colegios -dicen- usan nuevas ediciones “en donde no se habla de los poetas andaluces”. ¿Ven ustedes? Olvido.
Como también habría que darle un tirón de orejas a la muy renombrada Dirección General de Memoria Democrática de la Junta de Andalucía que es -ahora- cuando ha calificado como “antidemocráticas y un engaño absoluto” las citadas referencias, ampliando las comillas a “un eufemismo insoportable sobre la realidad de lo ocurrido; surrealistas e insostenibles desde el punto de vista científico, que traicionan la verdad histórica”. Con 4 años de retraso.
Estaba el náufrago quitándose el cabreo oyendo una sevillana corralera, cuando le dan un recorte de prensa en el que se lee que “, en una primera comunión, a un cura se le ocurrió condimentar la homilía con otra verdad histórica: “antes un hombre se emborrachaba y le pegaba a su mujer, pero no la mataba”. ¡Pobres niños, semilleros del futuro!