sábado, 23 de noviembre de 2013

Un cuadro en el MoMA

No será necesario decir que el MoMA es the Museum of Modern Art, dicho en español, el Museo de Arte Moderno de Nueva York, la city más poblada del continente americano después de México. Allí se celebraba un congreso sobre “La contraliteratura de Harlem y su inflkuencia en el Bronx”, en un intento de promocionar y redimir el marginado barrio neoyorkino. Y ocurrió que el ministro Wert, preocupado por la cultura beat, ofreció unas becas para que asistieran los 10 peores escritores de España y el náufrago fue seleccionado, contra todo pronóstico porque, aunque ciertamente escribe muy mal, él cree que no tan mal como para estar entre los 10 peores. Si acaso entre los 100, dice.
Fue un largo viaje desde la Goleta porque él, siempre austero aunque lleve un rolex en su augusta y apolínea muñeca, no es amigo de viajes caribeños al estilo UGT. Así que cogió su barco-navío y dibujó su ruta marina: travesía del océano Ártico a velas desplegadas, marejada a sottovento en el Atlántico y, ya con la proa fortalecida tras el posible tsunami, se adentraría en el vientre del Pacífico para -mar en calma- terminar saludando la luminosa luz del mundo de la Estatua de la Libertad, en plan pirata por las orillas del río Hudson. Tenía tiempo y ganas así que, antes de enfilar la costa de las Tormentas,  dio una vuelta circular para orillar el mapa del archipiélago aleutino, junto al estrecho de Bering, casi tocando las primeras tierras de Asia. Su brújula marcaba 34º 47´de latitud.

 Había leído que Nueva York es la ciudad que nunca duerme, pero él se fue al catre a eso de las 9 de la noche (in the evening), siguiendo los tiempos y calendarios de la Goleta. Fue al otro día cuando se encontró en el distrito de Manhattan, 11 West y se acercó al MoMA  para ver uno de los cuadros más raros y famosos del mundo, hasta ahora desconocido. 
Su inglés, ya se sabe, al nivel del relaxing cup of coffee, pero la pintura es universal, como la música, y se entiende casi todo. Allí se encontró con el cuadro. Solitario en su sala, provocativo y encendido, profundo y vertical como un ciprés de cementerio. ¿Surrealismo… técnica mántrica … underground … hipercamuflaje? Los críticos de arte, que llenaban la sala, no se ponían de acuerdo. Y aunque el náufrago lo miró de frente, con su mirada oblicua, en cuclillas, tapándose un ojo, a guiño abierto, de todas maneras, no acertaba a comprender la “temática” de la pintura. El caso es que le sonaba. Pero … ¿si parece un móvil roto?, le dijo en voz baja a los críticos. Éstos lo miraron con ese desprecio con el que siempre se mira a los ignorantes.
Hasta había salido en facebook -dada su rareza- y alguien dijo que lo había visto en la sala Ranius de la muy noble, leal e ilustre ciudad de Alcalá la Real, llave, guarda y defendimiento de los reinos de Castilla y León, como la declarara el rey Onceno. Pero no, el cuadro estaba allí, en el MoMA.
De cómo  consiguió el náufrago averiguar lo que realmente pasó es difícil de explicar. Tomó unas notas sobre la técnica pictórica del lienzo y se trajo a la Goleta algunos apuntes del congreso de Harlem. Ahora entendía mejor aquello que dijo Marinetti: que un coche de carreras es más bello que la Victoria de Samotracia. Ahí cree él que está la clave. Y hasta está pensando incluirlo como portada en el Diario del concejal.


miércoles, 20 de noviembre de 2013

20 - N

            Aún recuerda el náufrago aquel día de aquel año, 20-11-1975, o sea, aquel día en el que la TV en blanco y negro nos presentaba a Arias Navarro, presidente del gobierno (y carnicerito de Málaga), haciendo pucheros con su cara lacrimosa, y anunciando la buena nueva tan largamente esperada: ¡Españoles, Franco ha muerto! Coincidía con otro 20-N, ahora del 1936, cuando otro patriota, José A. Primo de Rivera, fundador de la falange fascista, era ejecutado por conspiración y rebelión contra la II República. Los dos coincidieron en un 20-N de luto y gloria y los dos comparten fosa y réquiem en el mismo lugar: el Valle de los Caídos, construido con la sangre y el temblor de miles de vencidos por eso que llamaron Movimiento Nacional. ¡Vaya dos piezas!
              El náufrago fue aquel día a Guadix, la ciudad troglodita en donde trabajaba como profesor. La mayoría del Claustro era más facha que el kopón, así que tuvo que oír lamentos, oraciones y algunos insultos hacia su persona, procedentes nada menos que de la mismísima catedral de la villa. Hace ya 38 años de aquello y en la Goleta se recuerda como si hubiese sido ayer. Por las vísperas, el náufrago (entonces no era náufrago) escribió un soneto hasta ahora inédito, que verá la luz el próximo día 13 de diciembre, cuando se presente el Sonetario 52. En el terceto final puede leerse: ¡A la tumba! se va la dictadura, que una España de luz potente y clara ha llenado de fuego su almenara.
           Aquel Franco ha muerto es recordado cada año en una efeméride fascista que, prietas las filas y con el brazo en alto, aún pretende hacernos creer en un revisionismo histórico vergonzante y deshonroso. Aquel símbolo del yugo y las flechas quedó enterrado, pero cada 20-N aflora un tufillo patriótico de espuela y nuca, intentando hacer un homenaje a la indignidad. Por eso el náufrago quiere recordar hoy toda la rabia de tanta gente inmolada, perseguida, traicionada y humillada de una manera vil, sanguinaria, cobarde y clandestina. Como memoria histórica personal.
          Pero el 20-N también es un día glorioso y feliz para el náufrago por otro motivo. Un 20 ene del noventa y ocho su corazón se llenó de gozo y la sangre le volvió a circular con nuevas ganas y con nuevos bríos. Fue en Granada, en el juzgado nº 10, cuando una sirena embarcó en la Goleta y empezó a escribirse un nuevo tiempo cordial y lúcido, efervescente y luminoso, creativo y soñador. Hoy, todo el día, lo tiene de lleno en su cabeza.

sábado, 16 de noviembre de 2013

Diario íntimo

              Hasta las 4 de la tarde estuvo el náufrago en el Poyete. O sea, hasta las 16h, post meridiem de Greenvich, barrio londinense de la ribera sur del río Támesis. In the strip's time zone, the central meridian is opposite the sun, will be noon. Tete´s place. Dicho así para los que hablan idiomas. En el bolsillo su cita ecográfica que lo hizo salir de la Goleta “eshando leshes”.
              Corría un viento fino que aligeraba el tímido sol de otoño y se te metía hasta el mismísimo escroto. Era la caricia testicular la que le hacía pasar el tiempo descifrando los últimos episodios. Poca gente por el Parque. Un par de perros despistados, el atleta de turno sudando la mañana y una frágil dama de nervios desatados. Poca cosa y poca monta. Un jilguero entonado, la hoja en la caída con su amarillo noviembre entre los dedos y, tal vez, algún suspiro ausente de quereres antiguos.
              Ya ha sido dicho en varias ocasiones que en la Goleta hay dos lugares de gala que son testigos de la vida del náufrago: el faro de Rocadura, escenario de su vida intelectual y creativa, y el Poyete, su lugar existencial. Éste resume sus angustias, sus deseos, sus sueños, sus aventuras, sus recuerdos, sus "cosas" … todo lo que le hace vivir con la pasión aquella que el dasein de Heidegger aplicaba al hombre como “ser
arrojado al mundo”
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            Repasó la última cronicología: Camacho ¿Alicia?, o Mato ¿Ana?, discusión que perdió con todos los honores y así lo dejó reconocido; el dolor agudo de la acidez del vientre, el in-móvil Samsung galaxy gt-18190, agujereado por un coche inoportuno; el episodio posterior de la tarjeta sim con sus airados fantasmas; la visita médica –neutral y prorrogada- con todos los temores escondidos en la sombra del futuro; tal vez el miedo invencible, cabrón y manuscrito en cada página que escribía últimamente; la espera reposada, solitaria y sonora para ver qué pasaba –queda dicho ya, hasta las 4 post meridiem-; la doble erre de rafael y rolex, como anillo al dedo o pulsera de muñeca; el absurdo veto a hablar de política; la tortilla de queso, exquisita y frágil, en donde el naúfrago sentía aún las caricias y los amores de antes ….
           Este es el mundo del Poyete, el escenario de su diario íntimo, del que hoy ha querido sacar esta página mágica, contradictoria, añeja y fresca, escrita con la sola soledad del beso y con la mirada en diagonal, esa que se filtra tras el arbolillo de lavanda, hasta otear el leve movimiento de un cuerpo femenino asomado o intuido, que le pone de nuevo el corazón patas arriba. Ya sólo quedan los últimos retales de una cultura alcalaína que -insípida y silente-intenta lo imposible y cada vez más urgente: que otra sociedad amanezca para todas las claudias y todos los danieles de España. Pero eso no lo verá el náufrago. Por eso esta página de su diario íntimo. Porque el náufrago se despide del Poyete para masticar todo el silencio del gran vacío de su existencia. Ahora sí, ahora ya es un náufrago a la deriva… con una rosa verde.

martes, 12 de noviembre de 2013

¿Acabó la crisis?

            Todos los días nos están colando la idea de que estamos saliendo de la crisis. Es el nuevo imperativo promocional de lo bien que lo está haciendo este Gobierno, pese a todos los pesares. El náufrago ni quita ni pone rey (la Goleta es una República), pero sí va a prestar su blog a un texto indeleble, “el día que acabó la crisis”, del profeta JJ. Millás. Nuestro corresponsal de Ideal, Santiago Campos, ya se hizo altavoz de esta columna y la incluyó en su blog (A mi manera, 17-6-13), pero es que el texto es tan clarividente y tan didáctico, es tan verdadero periodísticamente, que merece la pena que el náufrago lo recupere y recuerde, cinco meses después, para comprobar cómo hay textos sempiternos.
             El profeta Millás decía esto: “Un buen día del año 2014 nos despertaremos y nos anunciarán que la crisis ha terminado. Correrán ríos de tinta escritos con nuestros dolores, celebrarán el fin de la pesadilla, nos harán creer que ha pasado el peligro aunque nos advertirán de que todavía hay síntomas de debilidad y que hay que ser muy prudentes para evitar recaídas. Conseguirán que respiremos aliviados, que celebremos el acontecimiento, que depongamos la actitud crítica contra los poderes y nos prometerán que, poco a poco, volverá la tranquilidad a nuestras vidas. Un buen día del año 2014, la crisis habrá terminado oficialmente y se nos quedará cara de bobos agradecidos, nos reprocharán nuestra desconfianza, darán por buenas las políticas de ajuste y volverán a dar cuerda al carrusel de la economía. Por supuesto, la crisis ecológica, la crisis del reparto desigual, la crisis de la imposibilidad de crecimiento infinito permanecerá intacta pero esa amenaza nunca ha sido publicada ni difundida y los que de verdad dominan el mundo habrán puesto punto final a esta crisis estafa -mitad realidad, mitad ficción—, cuyo origen es difícil de descifrar pero cuyos objetivos han sido claros y contundentes: hacernos retroceder 30 años en derechos y en salarios.
                            
             Un buen día del año 2014, cuando los salarios se hayan abaratado hasta límites tercermundistas; cuando el trabajo sea tan barato que deje de ser el factor determinante del producto; cuando hayan arrodillado a todas las profesiones para que sus saberes quepan en una nómina escuálida; cuando hayan amaestrado a la juventud en el arte de trabajar casi gratis; cuando dispongan de una reserva de millones de personas paradas dispuestas a ser polivalentes, desplazables y amoldables con tal de huir del infierno de la desesperación, entonces la crisis habrá terminado.
              Un buen día del año 2014, cuando los alumnos se hacinen en las aulas y se haya conseguido expulsar del sistema educativo a un 30% de los estudiantes sin dejar rastro visible de la hazaña; cuando la salud se compre y no se ofrezca; cuando nuestro estado de salud se parezca al de nuestra cuenta bancaria; cuando nos cobren por cada servicio, por cada derecho, por cada prestación; cuando las pensiones sean tardías y rácanas, cuando nos convenzan de que necesitamos seguros privados para garantizar nuestras vidas, entonces se habrá acabado la crisis.
              Un buen día del año 2014, cuando hayan conseguido una nivelación a la baja de toda la estructura social y todos —excepto la cúpula puesta cuidadosamente a salvo en cada sector—, pisemos los charcos de la escasez o sintamos el aliento del miedo en nuestra espalda; cuando nos hayamos cansado de confrontarnos unos con otros y se hayan roto todos los puentes de la solidaridad, entonces nos anunciarán que la crisis ha terminado. […] Cuando el calendario marque cualquier día del año 2014, pero nuestras vidas hayan retrocedido hasta finales de los años setenta, decretarán el fin de la crisis y escucharemos por la radio las últimas condiciones de nuestra rendición.” No dirán ustedes que no es impresionante. Sólo que este Gobierno no ha esperado ni siquiera al 2014. El náufrago mandó al blog de don Santiago este comentario: “Magnífico Millás. Un ejemplo de intelectual comprometido contra la calma chicha de este país y a favor de una crítica siempre vigilante y necesaria (18-6-13).

jueves, 7 de noviembre de 2013

Conferencia PSOE

               Pasado mañana comienza la gran cita esperada de la Conferencia Política del PSOE. Preparada durante ocho meses, le llega la hora de su representación, eliminando de esta palabra cualquier tipo de connotación teatral. En la Goleta se vive pendiente de este evento que tendrá en vilo prácticamente a toda la izquierda española. El náufrago la espera con ese nerviosismo propio de lo imprevisible. Puede salir con barba -san Antón- y sin barba -la Purísima concepción, pese a la gran labor de ingeniería política que ha desarrollado el Sr. Jáuregui, coordinador de la ponencia.
               El náufrago la tiene subrayada y resumida y, siempre desde la luminosidad del faro de Rocadura, tiene más preguntas que respuestas, más dudas que certezas y más deseos que realidades. No es pesimismo; es escepticismo. Entiende y aplaude lo de la mayoría social como destinatario, el objetivo claro y rotundo de renovar el proyecto político, el compromiso de ser radicalmente distinto al del PP. En esto, chapó. Pero no todo el monte es orégano. Por ejemplo, que el proyecto se articule sobre la igualdad, la solidaridad y la justicia como base del ideario socialista. Bien, pero … ¿sólo como base? Por ejemplo, para salir de la crisis con esperanzas reales y garantía de progreso. ¡Buenísimo, claro!, pero … ¿cómo? Por ejemplo, dando respuesta y solución al problema territorial, pero … ¿por qué se ha pactado entonces no mentar la bicha catalana? Por ejemplo, favorecer la mayor participación de los ciudadanos. ¡Ojalá! … pero hasta que no lo vea el náufrago no lo creerá. Sirvan estos cuatro ejemplos para describir la angustia existencial que, como en la espera de Godot, el ansia de la misma espera puede devenir otra vez en desencanto. Menos mal que hay boda este fin de semana

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         Y el proyecto lo dice muy claro: una triple reforma (constitucional, fiscal y electoral), una solución a la triple crisis (económica, democrática y territorial) y la propuesta estrella: las primarias para la elección del candidato a la Presidencia de Gobierno. El náufrago no entiende el carácter “estrella” de esa propuesta. Ni lo entiende ni lo magnifica; está bien, pero a palo seco, sin ditirambos. Es la democratización y participación del socialismo, dándole protagonismo e influencia a las putas bases de la militancia, desde las agrupaciones locales. Es la apuesta firme y decidida por la República como forma de Estado. Es el carácter laico de la enseñanza y de las instituciones de gobierno. Es la batería indomable contra la corrupción, contra el nepotismo y contra la rutinaria y eterna profesionalización de la política …
         Esas son para el náufrago las cuestiones “estrella”. Pero esperemos a que sucedan los hechos y que la representación no termine en dramatización. España necesita un socialismo nuevo para una nueva sociedad. Lo dice la misma Conferencia. Desde luego, ahora o nunca.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Día de difuntos

            No se lo pensó dos veces, cogió la ruta de Otívar y se fue al cementerio de la Goleta. Era el día de difuntos y el náufrago aún no conocía el "campus mortuorum" de aquella isla que lo acogía de vez en cuando con toda la memoria que la naturaleza sabe dar a los hombres que, inocentes como él, habían sido olvidados en las cunetas, fosas comunes, paredones y campos de concentración. Era raro -muy raro- que aún no conociera el cementerio, sabida su afición por estos espacios en donde la vida adquiere todo su sentido.                  Siempre fue el náufrago un amante de los cementerios. Conoce muchos y en cada uno de ellos deja una rosa roja o un trozo de poema que -curiosamente- canta la vida, mientras se distrae con los nichos, lápidas y cruces sepulcrales. Porque al náufrago le encanta disfrutar de toda esa bisutería funeraria compuesta por flores de plástico, rips familiares, crucifijos de latón y caligrafía metálica. Se le van las horas pasando revista a cada una de las lápidas, sobre todo las que tienen fotos. En ellas está el resumen único de todos los difuntos, de todos, de los buenos y de los malos, de los generosos y de los hijosdelagranputa, de los héroes y de los villanos, de los mártires y de los traidores, de los que están en el cielo, en el limbo, en el infierno o en ninguna parte.
             Ya de vuelta, el náufrago oyó por la radio una curiosa noticia. En el cementerio de san José de Granada se había organizado un concierto de Bocquerini y de Mozart con el nombre de “música para el recuerdo”. Suponen bien, la reacción ha sido “mortífera”. Puede resumirse con lo que dijo una señora: “aquí al cementerio se viene a rezar y a llorar por el dolor de los muertos, no a escuchar música como si fuera un día de fiesta”. Piensa el náufrago que hay una cultura sobre la muerte que habría que cambiar, porque con ella cambiaría también la cultura de la vida. Pero para ello habría que suprimir todo ese ritual que empieza en un velatorio follonero, que sólo sirve como escaparate para que te vean, eliminar los responsos, hisopos y caretos del funeral -¡con lo bueno que era el “probetico”!- cuando en realidad era un cabronazo como la copa de un pino.Y habría que cambiar también la liturgia de estos días de difuntos, empezando por prohibir los kyrie eleisons y los crisantemos.Y dejarse de tanto memento homo y tanto dies irae. Menos calamitatis el miseriae y más gloria in excelsis. Pensaba el náufrago en estas cosas mientras se acercaba al cementerio de la Goleta un día como hoy, día de difuntos.
  “Me gusta un cementerio de muertos bien relleno!, escribía el poeta Zorrilla, aquel que salvó al vividor don Juan Tenorio en la macabra y misteriosa escena del camposanto. Pero el náufrago no está por esa labor.
           En la Goleta el día de difuntos se celebra con un gran baile. Sólo bailan los muertos quienes, alegres y llenos de vida, presumen delante de los vivos que, tristes y desesperados,lamentan no poder bailar porque ellos, los vivos, están muertos, mientras los que pasan por muertos son los únicos que viven. El náufrago está convencido de que sería bueno empezar a creer en la vida de los sepulcros.
           Un dato final. Alguien ha comentado que este fin de semana habrá unas 4.000 visitas al cementerio de Alcalá, uno de los cementerios más feos que el náufrago conoce. Sólo una sucesión de nichos adosados, impersonales y neutros, amontonados Ni un recuerdo de la vida, ni un símbolo, ni un monumento funerario de relieve. ¿Cómo puede ser tan feo el cementerio de Alcalá? Por eso lo tiene escrito: un puñado de cenizas en el Rincón de los Poetas, junto a los Versos de tierra. Y por supuesto, Mozart. Pero no su Réquiem, sino el Gloria de la Coronación