domingo, 31 de marzo de 2013

Resurrección

La semana ha discurrido enlatada en una lluvia intermitente, entre el húmedo tara-rí de las cornetas y el humedal lagrimeo de los cofrades. Una semana de miradas arriba, intentando descubrir el oculto misterio de las lluvias. Semana Santa pasada por agua, como si la Naturaleza estuviera interesada en impedir el espectáculo callejero de los cristos y las dolorosas. Todo el año preparando la túnica sagrada, el candelabro plateado y el  penúltimo redoble del tambor para que luego -precisamente ese día- el cielo se desagüe y nuestras calles devotas se queden sin la procesión de la Muy Ilustre y Sacrosanta Hermandad de Penitencia de nuestro Venerable, Pontifical y Sacratísimo Padre Jesús de las Tres Caídas y nuestra Muy Antigua Cofradía de la Señora del Rosario en su Misericordia Coronada y el Cristo de la Buena Muerte en su Dolorosísima Pasión. ¡Que vaya con los titulares y el despilfarro de mayúsculas que se gastan! Claro que la sabiduría popular, incapaz de retener tanto barroquismo de los nombres, la llama sencillamente la “Greñúa”.
Pero en la Goleta nada de esto ha ocurrido, porque allí sólo se celebra la Resurrección, siguiendo la máxima de Pablo de Tarso: “si Cristo no resucitó vana es nuestra fe”.


Una religión de la alegría, de la salud y de la esperanza, eso es lo que necesita el mundo. El náufrago no entiende ese interés por insistir tanto en la pena, el dolor y el sacrificio. Por qué pregonar la muerte y no la vida. Por qué ese gusto procesional de cristos con espinas y vírgenes lacrimosas, de penitentes con cadenas y cilicios, de marchas militares, de tanto golpe de pecho y de tanto polvo eres y en polvo te convertirás. Por qué ese gusto macabro y tenebrista por la pasión oscura, el sanguinario gólgota, la desolación de la Cruz, el imperio del luto … ¿por qué ese regodeo en el sufrimiento y en las tinieblas?
La gran Pascua de los cristianos es la Resurrección, es decir, el triunfo sobre la muerte, sobre la negrura, sobre la oquedad. Menos látigos, humillaciones, piedades y coronas de espinas; menos lanzadas, soledades, angustias y crucificados; menos cucuruchos, saetas, calvarios y dolorosas; menos cirios, sayones y ecce-homos. Y más Cristos resucitados, y más Vírgenes de la Victoria, y más Ángeles del Triunfo, y más cantos a Gloria in excelsis Deo.
Por eso, en la Goleta, la única procesión es la de la Luz, cuando sale el Sol anunciando los claros Amaneceres. Entonces la sirena ofrece su pezón y empieza la vida de la Alegría. Y cuando el Titiritero macabro y tenebroso intenta romper la paz de la semana con su gafe de hombre malo, el agua de la isla lo convierte en estatua de sal, como una maldición bíblica.
Por eso, probablemente, el Dios de los cristianos manda la lluvia por estas fechas. Para que el escaparate procesional se quede en casa. Y también por eso -en la Goleta- cuando llueve en Semana Santa, nadie se caga en los muertos de los santos.


sábado, 23 de marzo de 2013

El Papa Francisco

No dirán ustedes que no se lo avisé: lloverán piropos y ditirambos, aplausos y aleluyas, hosannas y viva-papas, odas, himnos, cánticos de gloria, loores y músicas, epopeyas, encomios y parabienes, lisonjas, enhorabuenas …!Vaya literatura!
Imposible hacer siquiera una simple lista de panegíricos. El náufrago no ha visto nada igual y, en la Goleta, los grajos de la tarde han expulsado a las gaviotas. Y eso que no se esperaban esa jugada del Espíritu Santo, pero …¿cómo puede ser un inesperado el más grande de los grandes? La contradicción, el cinismo, la cara de cemento de todos los opinadores …!qué tropa ésta del periodismo!
Lo diré pronto y claro: al náufrago le cae bien este Papa en una primera vista, por aquello de hispanoamericano y jesuita, sólo una impresión sin fundamento alguno, digamos que una apuesta, un deseo o una esperanza, tal vez, pero nada más, habrá que dar tiempo al tiempo. Pero este rebaño de plumillas -de pronto más francisquistas que el mismo Francisco- nos está ofreciendo una antología del desmadre eclesial, de esa Iglesia triunfante, jerárquica y curial tan añeja y tan antievangélica. Y el náufrago sólo dice que ya veremos, que ¡ojalá!
Miren ustedes qué tres textos, escritos por la misma persona y en el mismo periódico; sólo en distintas fechas:
Texto 1. Año 2009:
“Creo que Bergoglio tiene “otros” defectos mucho más graves. El primero es que ha impuesto una jerarquía absolutamente mediocre y está hundiendo a la  Iglesia argentina, dejándola como un campo cubierto de sal. Y así va a quedar por mucho tiempo. El segundo es que tiene una proclividad verdaderamente alarmante al sincretismo relativista. El mezclarse con judíos, protestantes, masones... le gusta más que a un tonto una tiza….”
Texto 2. 5 horas ANTES de ser Papa:
“El bergogliato lleva muchos años desmovilizando a los católicos argentinos y ahora se encuentra con que la peor chusma le toma la catedral… Hoy, después de una nefasta jerarquía episcopal, los obispos no tienen quienes defiendan a Dios y a su casa. ... Y a ese ser de mirada torva, conducta cobarde y propósitos dudosísimos alguno nos lo presenta como el nuevo Papa deseable. ¡Qué Dios salve a su Iglesia! Porque de Bergoglio nada bueno se puede esperar”.
                Texto 3. 14 de marzo de 2013. Bergoglio ya es Papa.
 “Temprano, se acercó el Papa a Santa María la Mayor para venerar a la Virgen…Por la tarde misa en la Sixtina con todos los cardenales electores. Hermosa misa (…)  Destacaría dos cosas que me parecieron de verdadera importancia. Su homilía y su recogimiento. La primera verdaderamente extraordinaria. Breve, bellísima y con muchísimo fondo. El caminar, construir y confesar, si ese es el programa de su Pontificado, difícil podría ser mejor. La Cruz de Cristo, el demonio..., me pareció perfecta (…)  Verdaderamente se le notaba ante Dios, con Dios”.
            ¿Se puede ser más sinvergüenza? ¿Nadie habla de la corrupción periodística?
Y otro texto más:
 “Mala noticia para los antipapistas y comecuras de guardia: este Papa es un portento y tiene una empatía formidable, directa, avasalladora, que domina la retórica emocional con una eficacia incluso más potente que la de Juan Pablo II… Trae el carisma de fábrica y puede que ni los cardenales del Cónclave sepan de veras la clase de jefe que han elegido; en un tiempo de dirigentes grises, ortopédicos y distantes, sentimentalmente discapacitados, ha irrumpido un liderazgo de arrolladora energía afectiva, dotado de una humanidad cálida y de un descomunal sentido del impacto simbólico. Se está formando un huracán de escala planetaria bajo la indecisa primavera romana” (Ignacio Camacho, Abc, 17-3-13).
                Parece ser que “el nuevo Papa se acercará a Jesús”. Pero entonces … los anteriores, tan buenos, ¿se habían alejado de Él? El náufrago se calla ya. El rubor le impide continuar. .. y no quiere escribir blasfemias.



martes, 19 de marzo de 2013

El Poyete

Es ésta la entrega 103 de estas crónicas del náufrago y se ha cumplido ya el primer año de la aventura, desde que el 2 de marzo de 2012 apareciera aquel saludo por el que se invitaba  a “ otros náufragos, o celestinas, o solitarios, o segismundos, o aventureros, o lazarillos, o robinsones, o tenorios, o puntos suspensivos … a unirse con placer y complicidad”. Demos por concluida, pues, la 1ª fase de este naufragio e iniciemos su 2º viaje. Y para ello el náufrago quiere introducir un nuevo espacio en la Goleta: el espacio del Poyete.
            La palabra “poyete” no está en el DRAE porque, al ser derivada, no debe incluirse.Vamos, pues, a “poyo”: “banco de piedra, yeso u otra materia, que ordinariamente se fabrica arrimado a las paredes, junto a las puertas de las casas de campo, en los zaguanes y otras partes”.
El náufrago va a añadirle un nuevo significado. Poyete: superficie dura y fría junto a las almunias de la Goleta desde donde se divisa una pequeña terraza-solarium por la que, de modo intermitente, asoma la sirena, permitiendo ver su pezón efervescente. Junto al faro de Rocadura, el Poyete será -a partir de ahora- el lugar alternativo y pendular de toda la vida del náufrago. Dos espacios de la Goleta que marcarán su territorio y su camino, su ruta y su hospedaje. Pero serán distintos.


El Faro será la luz, el lugar desde donde el mundo lejano se adentra en la conciencia del náufrago, mientras el Poyete será el tiempo de la espera, el lugar donde el mundo próximo se convierte en corazón. Un lugar para la idea y un lugar para el sentimiento. Faro y poyete son los dos símbolos, el uno de la vida intelectual y el otro de la vida sensitiva. Las dos caras del náufrago, las dos experiencias, las dos cárceles que encarcelan su doble escritura, una hacia la verdad de la idea, para la crítica y con la cabeza; la otra hacia el sentido del amor, desde el silencio y entre las piedras. Apuntando hacia el cielo, el Faro imagina paisajes en la altura, como el vuelo de los cóndores mientras, siempre a ras de tierra, el Poyete pisará los charcos de la realidad.  
Cuando el náufrago está en el Faro aparece el dominio de la escritura, de la creación, de la idea. Cuando se sitúa en el Poyete sólo asoma la incertidumbre, el grito, la abulia. Los dos espacios se sitúan en la Goleta con la misma fuerza y con el mismo derecho, con la misma legitimidad y con el mismo argumento, con la misma autoridad y con el mismo poderío.
En esta 2ª andadura el náufrago jubila al tío Gafotas como personaje de la fealdad y la mala leche; ya no da más de sí. Pero aparecerá en escena el Titiritero, otro símbolo, ahora de la ignorancia. Si el tío Gafotas se movía en un mundo de murciélagos y supuraba la infectada bilis de la maldad, el Titiritero cogerá el relevo de la estulticia superlativa, la corresponsalía de lo cutre y de lo inculto, la gran bandera de la gilipollez. Si el tío Gafotas era el gran malo, el Titiritero será el gran idiota.
Seguirán los dos personajes centrales de estas historietas, Paköma y Alolive, dándoles brillo y naturaleza. Y, por supuesto, el pezón de la sirena, la gran metáfora. del náufrago y el mar de los fenicios. También cambia el náufrago de rostro. Su cara quedará oculta por un disfraz que lo presenta como “ecce-homo”.
En el día de hoy, festividad de san José bendito, y cuando el Papa Francisco empieza a dirigir la Iglesia hacia los pobres. (Eso dicen).

lunes, 18 de marzo de 2013

Pedriza´s Observatory Center

La ciencia astrológica ¿o astronómica? ya cuenta con una nueva sigla, el POC (Pedriza´s Observatory Center). El náufrago estuvo allí, el pasado sábado, camuflado entre el gentío que asistió al amanecer de este observatorio celeste que, navegando por los cielos pedriceros, permitirá gozar del disfrute visual de ese mapa mágico dibujado por estrellas, asteroides y planetas.
El náufrago siempre se ha sentido maravillado por tres fenómenos que escapan a la limitación de su sesera: por qué no se cae un avión, con todo lo que pesa y la carga que lleva; cómo podemos -desde nuestra casa- ver, guardar, escanear, comentar y archivar el lamelibranquio amazónico o el último apunte filosófico con un simple click por internet; y cuánto espacio ocupará el firmamento si -según la ciencia- el sistema solar, que nos parece inmenso, sólo es una millonésima parte de la Vía Láctea que, a su vez, es una galaxia pequeña entre los millones de novas, nebulosas, sistemas cósmicos y viajes interplanetarios.  ¿A qué distancia de la Tierra, por ejemplo, estará el satélite más alejado si, a la velocidad de la luz (300.000 kms /seg), tardará en llegar aquí 17.000.000.000.000.000.000.000.000.000 (17 trillones de años? Por eso, cuando en la Goleta aparece Venus con su lucecilla de fiesta y su color de corindón marino, el náufrago suele perderse en estos cálculos astronómicos. ¿Cómo puede existir tanta belleza y tan desconocida y cómo imaginar tanta luz en medio de las tinieblas?

El Pedrizas´s Observatory Center nos rescatará una pequeña parte de este mundo y nos permitirá alargar la inmensa infinitud del universo, en contraste con la nulidad casi absoluta del hombre. Tal vez no hay lección más grande para alimentar la humildad y reprimir la soberbia de la especie humana. Observar desde su telescopio el cielo estrellado de agosto supondrá contemplar la poesía y la música del mundo, su geometría y su diseño, su misterio y su enseñanza … su vida. Porque no puede ser que la vida sólo se haya reservado a los presumidos y orgullosos habitantes de la Tierra. Por supuesto, otra vida.
Pensaba en todo esto el náufrago, mientras veía a tanta gente interesada curioseando la instalación inaugurada por la alcaldesa alcalaína, Elena Víboras. El náufrago subió al interior  y recordó el faro de Rocadura, desde donde él rastrea sólo un trozo de cala virgen dominada por el pezón de la sirena. Dos “miradores”, pensó, que unen lo cercano con lo infinito, la ciencia conocida con la oculta, el trazo geométrico con la asíntota cosmológica. Ambos miradores son dos faros luminosos que -como aquel de Alejandría- pueden servir para vencer el miedo y para abrazar el conocimiento.
El Servicio Español de Astrofísica (SEDA) ha elegido el paraje de la Pedriza por razones favorables de luminosidad, limpieza y aire. La esfera blanca que otea el campo de olivares de nuestra aldea nos da el icono de la ciencia como soporte de una cultura para el hombre desde la pequeñez de su existencia. Y cuando cada día nos acerquemos a ella y miremos por el ojo ciclópeo de su cabina, nos daremos cuenta de que cada estrella te llevará a otra, y a otra, y a otra … y así sucesivamente. Tal vez lleguemos a comprender que no somos nada en la inmensidad del universo.  Y eso será bueno para bajarnos los humos.
 

miércoles, 13 de marzo de 2013

¿Habemus Mamam?

Esta sí que sería una buena noticia para la Iglesia y para el Mundo. Una noticia revolucionaria, moderna y rompedora. Una noticia de esperanza.
Pensaba en ello el náufrago, cansado ya de tanta lluvia, que parece como si la Goleta se
hubiera inundado con el mar de los fenicios. O sea, que el náufrago está ya harto de tanto charco. Pero más harto está de toda la literatura triunfal y de toda la parafernalia del dichoso cónclave del que saldrá el nuevo Papa. ¡Qué exhibición de tiaras, bonetes, anillos, cruces y pulseras! ¡Qué escaparate de solideos, casullas, mitras, albas, estolas y dalmáticas! ¡Qué muestrario de cálices, patenas, relicarios, custodias, incensarios y copones! ¡Qué ejemplo para la iglesia de los pobres! ¿De verdad alguien cree que Jesucristo estaría contento con todo esto?
La noticia del “Habemus Mamam” supondría que la misoginia secular del cristianismo se bate en retirada, que la mujer en la Iglesia sirve para algo más que para monja de clausura y sacristana, que todos y todas participan de la misma manera en la comunión de los santos. Pero eso no lo veremos.
El Espíritu Santo debe de estar teniendo bastante tarea en este cónclave espectacular y solemne bajo el techo inigualable de la capilla Sixtina. Probablemente no haya una escena teatral más impresionante que los 115 purpurados, tan limpios y relucientes, tan bien trajeados con sedas y terciopelos, tan regordetes y tan de buen ver, reunidos y cantando el Veni creator. Ni la escenografía de la ópera más solemne puede compararse. ¿Y que me dicen del recurso escénico de la “fumata”? Verdaderamente genial.


En la Goleta la tele -en blanco y negro- está retransmitiendo el cónclave por entregas troceadas y, claro, no es lo mismo, la espectacularidad por los suelos. Por eso el náufrago, desprovisto de los grandes focos del color, ha pensado en esa imposibilidad única de una Mama como Papa. Y metido a profeta, quiere adelantar su quiniela: fumata blanca esta tarde y elegido el brasilero Odilio Pedro Scherer, 63 años, arzobispo de Sao Paulo.
Ya sé que al náufrago lo tacharán de ateo, de demagogo y de irreverente, pero el náufrago asegura que no es nada de eso. Sí es un agnóstico que cree en un Cristo histórico cuyo mensaje evangélico no tiene nada que ver con el que nos viene transmitiendo esta Iglesia triunfante y jerárquica, que da la espalda a todo lo que huele a igualdad, pobreza y progreso. El “habemus Mamam” sería el gran icono de la modernidad y significaría la apuesta decidida por la democratización de la Iglesia y su compromiso con el mundo.
En la Goleta saben que en un cónclave no es oro todo lo que reluce. Las banderías han tenido siempre su protagonismo y las luchas por el poder han traído loco al Espíritu Santo. Es difícil encontrar una institución en la que la contradicción entre teoría y práctica sea tan evidente y desproporcionada.
13-3-13, buen día para la superstición. Como ya dijera Tomás el Dídimo, hasta que no “habeamus Mamam”, el náufrago no creerá.

martes, 5 de marzo de 2013

En el mercaíllo

Amanece. La luz. Se mueve el día.
Subeybaja. Azul. Llega la gente.

Verduras de la huerta, cachivaches, colonias desaguadas, letanías de roncos pregoneros, puestos de manzanas, zapateros de zapatos, braguitas a dos euros, mieles de miel, los chunguitos gritando en el ferial, frutos secos secados, vaqueros deslucidos,  cuchillos de faquires, duendes y duendas morenos y morenas mirando el periplano de los expropiados Tajos. Y la Mota allí, en las alturas, luciendo su cara nueva.
Llega el náufrago enfundado en su traje marrón, con parsimonia, como un gitano legítimo, mirando a troche y moche para comprar la ración de calcetines. 85 % de algodón y 15 de fibra-fibra, 6 pares por 3 €, de poner y tirar. Siempre la misma compra. Parece un don Guido venido a menos, un penitente sin capirucho, una mantilla sin peineta. Y así entra por el ferial alcalaíno, con empaque y aplomo, echando humo por sus entretelas. La gente bulle, trajina y regodea … como en un día de procesión sin santo.
El náufrago piensa que los mercaíllos son las ágoras del populacho, tomada esta palabra en su sentido más inocente y virginal. No como parte ínfima de la plebe, sino como multitud en revuelta y desorden, según distingue bien el DRAE. El pueblo como vulgo, es decir, como gente común y popular, opuesto a la élite y a la aristocracia, al señorío. También como espacio comercial público, al aire libre, campo sin puertas ni candados, un zoco proletario en el traqueteo de la mañana.

El mercaíllo es el templo de una liturgia comercial que marcó su frontera mucho antes de la crisis económica y que ha pasado a ser la gran cita semanal del encuentro, la baratura y el “posyaque”. No hay lugar más democrático que un mercaíllo, ahora que las instituciones políticas se tiñen de basura. Pasear entre sus gentes es tomarle el pulso a la calle, estrujar los sudores cotidianos, cogerle el truco a la mañana y ponerse la vida por montera, hasta tal punto que debería ser obligatorio acudir a él todos los martes, darse una vuelta por el enjambre y respirar el tufillo de cada puesto con el mismo interés y la misma devoción que cuando vamos a misa o asistimos a la procesión del Gallardete.
Porque el mercaíllo es el gran escaparate de la vida anónima, el reflejo exacto de la igualdad social y la receta medicinal que equilibra todos los privilegios. Y un triunfo indiscutible del feminismo ya que -para muchas de ellas- es la única salida para la diversión profana como alternativa a la novena o al funeral del vecino.
El martes que llueve Alcalá se apaga …